Papusza (muñeca)

Por Rubén Cusati

Sinopsis

La vida de Bronislawa Wajs (Papusza, 1908-1987), primera poeta gitana repudiada por su comunidad, acusada de traición por haber revelado los secretos de su pueblo. Vivió en la pobreza torturada por la culpabilidad hasta su muerte en 1987.

Premios

2013: Seminci de Valladolid: Mejor director y mejor actor (Zbigniew Walerys)

Trailer

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La película nos acerca a lo mejor del cine del Este de Europa y nos recuerda a, por ejemplo, a  Frantisek Vlacil y su perfecta Margareta Lazarova, con una fotografía en blanco y negro conmovedora. O, más bien, al cine de nuestro admirado Bela Tarr y su Satantango. O al Aleksey German de Qué difícil es ser un dios. Es uno de los trabajos visuales más destacados en décadas.

El relato abarca casi toda la vida de Bronislawa Wajs, casi toda la historia del siglo XX (de 1910 a 1971).  Atraviesa entonces las dos guerras mundiales, el nazismo y la persecución y matanza de los gitanos la experiencia gitana del holocausto y del nazismo: a pesar de estar acostumbrados a escuchar hablar del exterminio judío, aquí la película recoge las matanzas sufridas por el pueblo gitano bajo las órdenes de Hitler y, por último, el comunismo.

La narración no sigue un orden cronológico, progresa por saltos temporales, con secuencias que van hacia adelante y atrás terminando a fundidos a negro que revelan los aspectos de las penurias del pueblo gitano y de las desventuras de Papusza (en romaní significa muñeca), su educación clandestina, su matrimonio a la fuerza, su amor, su aislamiento al ser repudiada, la maldición que la acompañó durante toda su vida

Las secuencias se narran con sequedad sin necesidad de emocionar y hacer lagrimear al espectador nublándole su capacidad de entendimiento para apreciar esta verdadera obra de arte. Además, no sólo se apartan de la cronología de los hechos que le suceden a la protagonista como un capricho sino para enmarcarlos en el colectivo de su pueblo escapando así de una organización escolar del relato.

El nomadismo de esa comunidad y su oralidad culminan cuando en la última etapa se los obliga a asentarse en casas cedidas por el Estado y también porque, por vez primera, se publican libros en lengua gitana, en romaní: los versos de Papusza. Esos versos que al mismo tiempo que la hicieron famosa la llevaron a la mayor infelicidad y pobreza: Si no hubiera aprendido a leer, habría sido más feliz. Fue víctima de la curiosidad, origen de toda cultura y sus versos surgieron de las palizas de su padre, de su marido y de los patriarcas del pueblo gitano.

Las imágenes de los itinerarios de las caravanas ambulantes tanto como la música nos acercan a lo mejor que el cine nos puede ofrecer y se apartan del consabido apego a la trama de un argumento literario que, sin embargo, nos muestra con intenso respeto las costumbres, supersticiones y maneras de ser de los gitanos de una manera atípica.

Por un lado el drama individual de Papusza, por otro la historia itinerante del pueblo gitano que acompaña los conflictos de la Europa del siglo XX. De lo individual a lo colectivo sin preeminencia y orden pero con absoluta claridad.

Es premeditadamente desordenada, una sucesión de estampas líricas que el espectador pone en orden en su cabeza. Así el relato empieza y termina con el tema de la maldición que sufre debido a su éxito literario con la protagonista ya adulta. Otro ejemplo es el del matrimonio de Papusza a los 16 años que se muestra después de haberla visto ya grande tras los fracasos de su matrimonio y de su único intento amoroso también fallido.

Papusza tuvo una vida desdichada, en amores fue vendida a su tío a los 16 años y, ya poeta, fue repudiada por la comunidad por revelar secretos de la forma de vida gitana y dejarlos por escrito. Si bien ella no reveló secretos ya que sólo escribía poemas, cargó con culpa esa maldición impuesta por su comunidad.

La música, la primera lengua del gitano nunca lleva letra, es sólo música, poner letra en romaní, la segunda lengua, a esa música es una traición y de ello se la culpó.

Durante el comunismo, los gitanos que vivían en campamentos móviles en la plenitud de la naturaleza fueron obligados a permanecer fijos a casas y, lo peor para un gitano, enviar sus hijos a la escuela. Opinaban igual que Borges: el colegio detiene la educación del niño. La vida ambulante y móvil del gitano quedó fijada a una casa (la letra impresa) y otra vez cargó con esa culpa que ella asumía aunque no tuviera nada que ver.

Por eso la palabra escrita es enemiga del gitano porque fija lo que quiere ser móvil. Y la movilidad es su estrategia de defensa. Por todo ello Papusza fue marginada y maldecida y nunca la llegaron a perdonar por destacarse y llamar la atención sobre una comunidad a la que le gusta vivir en secreto.

El pensamiento de Papusza no puede evitar crear poemas y lanzarlos al aire dejándolos por escrito y, cuando se le obliga a callar, la necesidad de silencio enfrentada a su ansia de expresarse se torna locura. Los poetas malditos que acaban en la locura abundan, Baudelaire, Fizjban, Artaud, Hölderlin son ejemplos de ello. Papusza fue una gitana maldita, poeta maldita cuya gran equivocación en la vida fue aprender a leer en clandestinidad por fuera de las férreas costumbres machistas, patriarcales y supersticiosas de su pueblo, fue poeta sin saberlo y en un ambiente gitano donde no saber leer ni escribir era una obligación.

El tío/marido Dionizy Wajs, en un ataque de furia, arremete contra su carromato y lo desguaza a hachazos, porque sabe que es como un marino varado en puerto que ya nunca más se echará a la mar: se muere como los nativos norteamericanos en las reservas indias. Los gitanos languidecen como fieras enjauladas entre paredes de casas que les separan de los bosques y prados que conforman su reino y deben abandonar la belleza de la naturaleza, la casa común de los gitanos. Sus casas-jaula se terminan convirtiendo en una ruina.

Encarcelado su pueblo, Papusza enloquecida se cree maldita, la causante con sus poemas del declive y sedentarismo de su pueblo, de terminar con su anarquía ociosa y libre: quema entonces sus papeles antes de entrar a un manicomio.

La descripción de la dura vida de la comunidad se da con la sabiduría técnica de los que saben cómo filmar. Por ejemplo los planos generales y de detalle justos para una visión completa de la acción y del ambiente donde ella se desarrolla. Los planos generales de la caravana parecen bucólicos y agradables pero cuando se muestran los planos-detalle de las ruedas enterrándose en el barro y cómo deben trabajar los gitanos hundiendo sus piernas para avanzar un metro vemos que su vida inmersa en la naturaleza tiene dos caras, es libre sí pero llena de dificultades.

Unos copos de nieve revolotean sobre una población rural. Un plano cenital que baja hasta tocar la tierra, al barro en el que chapotean niños al lado de cerdos. Blanco y negro riguroso para mostrarnos un fresco del pasado. Una caligrafía cinematográfica exquisita que huye de cualquier trampa para adentrarnos en el seno de una comunidad gitana que se desplaza con sus carromatos por Polonia hasta la maldición con la que carga Papusza.

La música, como citamos, es música en sí misma, su lengua primera: una representación de una cultura, de un pueblo, de una etnia. Música siempre instrumental, nunca cantada, como si los gitanos tuviesen miedo a que su idioma se pudiese traducir o entender a través de las notas. En este sentido, el romaní es la segunda lengua de un pueblo en el que la música es su idioma materno, mamado desde el nacimiento hasta la muerte.

Ficha Técnica
Título original Papusza
Año 2003
Duración 130 min.
País Polonia
Director Joanna Kos-Krauze, Krzysztof Krauze
Guión Joanna Kos-Krauze, Krzysztof Krauze
Fotografía Krzysztof Ptak
Productora Argomedia Productions
Género Drama | Biográfico

 

 

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