Día de la tierra
La celebración viene desde los Estados Unidos de Norteamérica y refiere en esencia al cuidado del medio ambiente y al efecto que su deterioro tiene sobre el ser humano. En los años 70 Julian Koening, un publicitario, asoció el día de su cumpleaños (birthday) al Earth Day y de allí por similitud fonética la fecha elegida.
El senador estadounidense Gaylord Nelson, instauró este día para crear una conciencia común a los problemas de la superpoblación, la producción de contaminación, la conservación de la biodiversidad y otras preocupaciones ambientales para proteger la Tierra.
Empero, otras culturas a lo largo de la historia han expresado, estimamos de manera más profunda y antigua, la interdependencia entre sus ecosistemas y los seres vivos que la habitamos.
Si tomamos a la Pachamama (MadreTierra en quechua) de varias etnias andinas centrales su fiesta se celebra el 1 de agosto. Ella representa a la Tierra, pero no sólo el suelo o la tierra geológica, así como tampoco sólo la naturaleza; es todo ello en su conjunto, es el mundo. Es una divinidad y abarca mucho más que la esfera terrestre, es la naturaleza que está en contacto permanente con el ser humano, con quien interactúa a través de diversos rituales.
La Pachamama protege a las personas y les permite vivir gracias a todo lo que le aporta: agua, alimentos, etc. Los hombres, por lo tanto, deben cuidar a la Pachamama y rendirle tributo. Por eso se ve muchas veces al tomar una bebida que se vuelca un poco sobre la tierra y se dice: Primero la Pacha
El culto a la Pachamama varía de acuerdo a la etnia y en cada una también ha ido cambiando con el paso de los años. En la antigüedad se sacrificaban animales en su honor; actualmente, en cambio, es más habitual que se entierren cigarrillos, botellas de vino, hojas de coca y otros productos a modo de ofrenda. La intención es agasajar a la Pachamama para que ésta devuelva el gesto con buenas cosechas, condiciones climáticas favorables, etc.
Hoy es habitual que los quechuas, los aimaras y sus descendientes combinen el tradicional culto a la Pachamama con la religión católica, predominante en los países sudamericanos donde se asientan. Esto hace que los rituales y las ofrendas a la Madre Tierra se desarrollen de manera paralela a otras festividades y actos típicos del cristianismo.
En el caso de los mapuches (araucanos) esta creencia recibe el nombre de Ñuke Mapu que significa literalmente Madre Tierra. Para este pueblo, a diferencia de lo que la Pachamama significa para los quechuas, la Madre Tierra no es una deidad sino un concepto que no simboliza la tierra geológica sino que representa el mundo mapuche en la cosmografía y a su vez, la interrelación de los mapuches entre sí.
Simboliza el Todo (mapuche + naturaleza + mapuches entre sí) por eso es tan importante. La forma en la que el pueblo se comunica con este Todo es a través de los espíritus que se encuentran en diferentes elementos de la naturaleza tales como los manantiales, los cerros y las vertientes y también los altares donde realizan sus rituales.
Jaime Francisco de Nevares, Obispo de Neuquén tan querido por su pueblo, dijo muchas veces que nunca había estado tan cerca de Dios como cuando iba a los cerros a estar con sus amigos mapuches.
Al comienzo de cada año el pueblo mapuche se reúne para pedir perdón por sus errores y prometer cuidar de la naturaleza y de la cultura a la que pertenecen de forma responsable. La Pachamama es la que recibe esas ofrendas y esas oraciones y consigue que todo se mantenga en equilibrio. Los mapuches creen que la vida es un estado cíclico donde el pasado y el presente cohabitan y donde el comienzo de cada año es un nuevo renacer; por eso para ellos ese comienzo de año es como un volver a empezar y proponerse mantener ese equilibrio sagrado entre pueblo y naturaleza.
Cada 1 de agosto los pueblos originarios se reúnen para agradecer a la Madre Tierra por cuidarlos (aportando alimentos para todos) y realizan actos religiosos en los que se purifican y se comprometen a comportarse como verdaderos huéspedes de esta tierra, cuidando delicadamente de ella y aportando su granito de arena para que el ciclo de la vida continúe desarrollándose con normalidad. A cambio piden a la tierra buenas cosechas y protección para todos los pobladores.
Celebremos así igualmente este 22 de abril con igual comprensión y concentrados en el Todo y estas palabras del poeta Eduardo Galeano:
En el altiplano andino, mama es la Virgen y mama son la tierra y el tiempo.
Se enoja la tierra, la madre tierra, la Pachamama, si alguien bebe sin convidarla. Cuando ella tiene mucha sed, rompe la vasija y la derrama.
A ella se ofrece la placenta del recién nacido, enterrándola entre las flores, para que viva el niño; y para que viva el amor, los amantes entierran cabellos anudados.
La diosa tierra recoge en sus brazos a los cansados y a los rotos, que de ella han brotado, y se abre para darles refugio al final del viaje. Debajo de la tierra, los muertos la florecen.
Leonardo Pelliza