Día de la Meningitis
Esta enfermedad se caracteriza por la inflamación de los tejidos que recubren el cerebro y la médula espinal debido a la infección de las meninges que en el 80% de los casos es causada por virus (mejoran en general sin tratamiento, no es grave y no deja secuelas), el 15% lo es por bacterias y tiene como agentes patógenos al meningococo, neumococo y Haemophilus influenzae b. (son muy graves y pueden provocar la muerte o daños cerebrales incluso con tratamiento) y en el resto de los casos se debe a intoxicaciones, hongos, medicamentos y otras enfermedades.
La meningitis progresa con mucha rapidez por lo que el diagnóstico temprano y el tratamiento precoz son importantes para prevenir secuelas graves y evitar la muerte: hasta el 10% de los pacientes muere, generalmente después de las primeras 24 a 48 horas de la aparición de los síntomas.
Su frecuencia es elevada en niños y personas inmunodeprimidas. Los síntomas más frecuentes son dolor de cabeza, postura inusual con la cabeza y el cuello arqueados hacia atrás (opistótonos), fiebre, fotofobia o fonofobia (intolerancia anormal a la luz o a los sonidos) y trastornos de la conciencia. A menudo, en particular en niños pequeños, son las manos y pies fríos, la falta de apetito, dificultad para comer y dolor en las piernas, llanto inusual con quejidos y rechazo a ser alzados en brazos. , sólo se presentan síntomas inespecíficos como irritabilidad y somnolencia. Una erupción cutánea puede indicar una forma particular de meningitis, como la asociada con meningococemia.
Un indicador de la gravedad del cuadro es la llamada “prueba del vaso” en los casos en que aparecen manchas rojas o “petequias”, que consiste en presionar un vaso transparente sobre las manchas: si no desaparecen frente a la presión, la búsqueda de ayuda médica debe ser inmediata.
La meningitis por meningococo (muy grave) se transmite de persona a persona a través de “gotitas respiratorias” por portadores sanos cuyas edades más comunes están entre los 15 y 25 años de edad. Los modos más comunes de contagio son los besos, estornudos, la tos o el convivir con mucha gente en lugares pequeños y cerrados. Un contagio común de la bacteria es el intrahospitalario.
Hasta un 20% de los sobrevivientes desarrollan como secuelas incapacidades permanentes como sordera, déficit neurológico o amputación de miembros.
La OMS estima que anualmente se producen 500.000 casos en el mundo y al menos 50.000 son fatales, aunque la mortalidad puede alcanzar el 50% en casos de meningococemia y causar daños cerebrales a quienes sobreviven.
Durante el siglo XX se fueron desarrollando vacunas en principio con suero extraído de caballos para generar anticuerpos contra la bacteria y recién a finales del siglo XX se crearon las vacunas ”Haemophilus” que disminuyeron la meningitis por influenza tipo b. El primer éxito para el tratamiento fue a mediados del siglo XX y ocurrió con la penicilina y las sulfonamidas. Recién en 2002 surgieron los esteroides para mejorar el pronóstico de la meningitis bacteriana revolucionando el tratamiento. Entre 2005 y 2010 se otorgan licencias de vacunas que protegen contra 4 de los 5 principales patógenos serogrupos, A, C, Y y W-135 y en nuestro país se recomienda la vacunación rutinaria para preadolescentes en el chequeo de 11 a 12 años de edad.
La historia de la meningitis representa el mejor ejemplo del efecto en la salud pública al introducir agentes antimicrobiales. A comienzos del siglo pasado la mortandad prácticamente era total. En 1913, se reportó una mejoría con la aplicación de suero equino y de 1300 pacientes en una epidemia de meningitis, la mortalidad se redujo al 31%. En 1930, con la introducción de las sulfonamidas, la mortalidad se redujo al 15%. En 1950, el tratamiento con otras sulfonamidas la redujo aún más hasta un 5 a 10% e hizo innecesario el uso del antisuero. Algo parecido sucedió con la penicilina (ampicilina) y, en los últimos 15 años, redujo la mortalidad a un 10%, para meningitis por bacteria H. La penicilina fue el primer antibiótico usado para luchar contra la infección en 1944 pero la victoria real sobre la meningitis ocurrió cuando se introdujo una nueva vacuna en 1978.
En Argentina se dan más de 500 casos al año de meningitis que actualmente es prevenible a través de la vacunación, alrededor de ocho casos por semana: la mitad causados por meningococo, de los cuales entre el 10 y 15 por ciento terminan en muerte y un 15 por ciento de los casos presenta secuelas; el resto son originados por neumococo, que alcanza un mortalidad del 20 por ciento y presenta secuelas en un 30 por ciento de los casos. Esta última bacteria está cubierta por vacunas recién incorporadas al Calendario Nacional de Inmunizaciones que cubren el 85 por ciento de los 13 serogrupos existentes.
El grupo más afectado son los menores de 1 año: en 2010 el 34,3 por ciento de los casos aislados de meningitis por meningococo fue encontrado en este grupo, para quienes no existía hasta ese momento una vacuna que los protegiera. La vulnerabilidad de los niños se debe a la falta de maduración de su sistema inmunológico, lo que significa que su organismo no está preparado para enfrentar la bacteria.
En los últimos años se dio un aumento notable de meningococo serogrupo W135 y en 2010 representó el 47 por ciento de casos aislados, habiendo superado por primera vez la frecuencia del serogrupo B que siempre fue el mayor transmisor de la enfermedad. Ahora se puede evitar mediante la vacuna. La vacuna cuádruple conjugada protege contra los serogrupos de meningococo A, C, W135 e Y. Dos vacunas conjugadas contra el meningococo ya han sido presentadas en Argentina.
La enfermedad sólo afecta a los seres humanos y no tiene reservorio animal o ambiental es por este motivo que se trata de una enfermedad posible de ser controlada a través de la vacunación.
En África subsahariana (siempre el mismo castigado continente) un brote de meningitis A en 1996 causó 250 000 infecciones y mató a 25 000 personas en apenas unos meses. La vacuna, que tiene un costo de menos de US$ 0,5 por dosis, ha logrado hacer desparecer la meningitis A en todos los lugares en los que se ha implantado.
Hasta 2010 las epidemias de meningitis se fueron haciendo cada vez más frecuentes y generalizadas en toda África, imponiendo una pesada carga a las personas, las familias y los sistemas de salud de los países afectados.
Tanto en la literatura como en el cine fue tratada por los mejores autores: Hermann Hesse describió el grito meníngeo, las convulsiones y el opistótonos (el arqueo del cuerpo que se ve más arriba) en su novela Rosshalde, HQuiroga describe en su cuento La meningitis y su sombra la fiebre alta el delirio e inconciencia y también la nombra en su más famoso La gallina degollada, Thomas Mann en Doktor Faustus apunta a los espasmos y convulsiones de un niño de 5 años.
Uno de los clásicos de la historia del cine El tercer hombre con Orson Welles y guión de Graham Greene de 1950 trata el contrabando y adulteración de penicilina en Viena y las consecuencias de su empleo en niños con meningitis, como si fuera una droga ilegal, lo que condiciono fracasos terapéuticos que les produjeron daños neurológicos residuales. Otras películas famosas fueron La Confesiones del Dr. Sachs (La Maladie de Sachs) de 1999 , Misión Inposible II, Contagio, etc.
Hasta los comienzos del siglo XXI en que la vacunación la ha combatido con éxito, lo cierto es que antes de ello esta terrible enfermedad ha arrasado pueblos enteros y la continuidad del éxito citado dependerá en el futuro en las autoridades sanitarias y de la propia responsabilidad de la población.