Día sin tabaco
¿Por qué fumamos? ¿Cuáles son las razones ocultas del deseo de fumar? ¿Cuál es el significado inconsciente de ese deseo? ¿Cuál es la compensación emocional que nos produce?
El tabaco es una de las sustancias tóxicas a las que más expectativas inconscientes se le depositan debido a los intereses económicos de las industrias tabacaleras y a la permisividad social para su uso. Su éxito es la función de placebo (o engaño publicitario) emocional que ayuda a sobrellevar la vida. Fumar es autodestructivo, está comprobado y, sin embargo, se sigue fumando. En el velorio de quien murió por cáncer pulmonar a consecuencia de su tabaquismo, hasta los deudos cercanos fuman, ignorando como un chiste de mal gusto que al muerto incluso perjudican: es un proceso de identificación con el difunto y además un consuelo que va más allá del instinto de muerte. El deudo, en la lucha entre la vida y la muerte como cualquiera de nosotros, no siempre está aliado con la vida, y a veces elige autodestruirse como su manera de vivir o, más bien, de sobrevivir a la muerte. El fumador presenta fijaciones en la etapa oral de su vida que se inicia con el nacimiento y prevalece dos años, el niño introduce cosas a su boca para conocerlas. Por esa vía se alimenta, crece y conoce el mundo. Mamar o succionar, además de ser un reflejo innato, integra también a las emociones. Cuando el bebé toma su leche, ingiere y succiona también el afecto que lo alimenta: además de la dependencia de la droga el fumador es un bebé con su boca adherido al pezón, satisfaciendo necesidades emocionales infantiles.
El niño se tranquiliza con el chupón en la boca, y el cigarro cumple la misma función en el adulto. El cigarro pasando humo caliente por el esófago evoca la leche tibia con que fue alimentando en la infancia. El fumador es entonces un paralítico emocional que requiere del cigarro como una muleta para compensar sus deficiencias y carencias psíquicas. El placer que obtiene al fumar es la sustitución de un placer afectivo anhelado y lo equilibra emocionalmente. En el adicto siempre existe una madre sobreprotectora e indulgente que ha tratado de apaciguar al niño con repetidas gratificaciones orales, siendo la figura paterna sumamente desvalida y falta de firmeza. El tabaquismo sería una gratificación auto erótica infantil o una regresión a esa etapa oral, en la que la fuente principal de placer es la boca. Incluso el cigarro es también una regresión a la etapa fálica en la que cumpliría un remedo masturbatorio y, al simbolizar el pene, confiere poder fálico.
Es probable que el que se inicia en el tabaquismo requiera identificarse con una figura admirada a través del fumar y la publicidad es fundamental. Luego su necesidad se asocia con otros placeres: disfrutar un cigarro después de comer, al ir al baño o después del acto sexual. También funciona como una fuerza que impide la expresión libre de la agresión (posterior a una bronca se enciende un cigarro para tranquilizarse). El cigarro acompaña el enojo, la tristeza y la alegría; el fumador, además, goza del privilegio de poseer entre sus dedos una brasa de lumbre, necesidad ancestral de supervivencia: el fuego. La droga amortigua la sensibilidad al dolor, al sufrimiento de cualquier tipo que afecta su narcisismo.
Sin embargo fumar es una actividad de muerte, y lo es porque detiene el proceso emocional del individuo y por sus consecuencias negativas para el organismo.
El tabaco es una planta de tallo grueso y velloso, muy ramoso, hojas perennes, grandes, con nervios muy marcados y flores de color rojizo, agrupadas en racimo y puede alcanzar hasta 3 metros de altura, mientras que la nicotina es un alcaloide contenido en el tabaco. Curada y preparada se fuma, se masca o se aspira en forma de rapé. Su nombre es la castellanización del lugar donde la planta fue descubierta (la isla Tobago o Tabasco en Méjico) pero lo más verosímil es que proceda del árabe «tabbaq», nombre que se aplicaba en Europa desde el siglo XV a diversas plantas medicinales. Las semillas se plantaron en los Cigarrales de Toledo, llamado así las por plagas de cigarra. Jean Nicot (1530-1600) las propagó por Europa y en su honor Linneo introduce la denominación “Nicotiana” en su clasificación de Botánica de 1753.
No constituyó un problema de salud hasta la Revolución Industrial cuando comienza su producción masiva y la publicidad la convertía en un modelo de comportamiento. En la década de 1990 se empezó tomar conciencia de su efecto nocivo aunque sin tener en cuenta su gravedad. En 2004, las tabacaleras se vieron obligadas a especificar los aditivos que utilizan en la fabricación del tabaco y se comercializaron con la leyenda: «Fumar mata», etc. En varios países ya no se puede fumar en lugares públicos cerrados.
4,9 millones de defunciones anuales relacionadas con el tabaco, ningún otro producto de consumo es tan peligroso ni mata a tantas personas.
En el mundo hay más de mil millones de personas que lo consumen. El porcentaje de fumadores ha disminuido en países desarrollados pero está aumentando en los países pobres. En Argentina fallecen al año aproximadamente unas 40.000 personas (6.000 son pasivas) por causas vinculadas con el tabaco, principalmente afecciones cancerígenas y respiratorias y es el tercer mayor consumidor de tabaco de América Latina y el Caribe siendo los niños los más perjudicados en forma pasiva.
Las patologías más frecuentes del tabaquismo son la bronquitis y el enfisema. Se trata de dos fenómenos esencialmente de tipo inflamatorio y destructivo, pero que pueden complicarse con lesiones obstructivas, de fibrosis alveolar e incluso de neumotórax. La nicotina afecta el sistema vascular, pudiendo producir gangrena. El hábito del tabaquismo puede influir negativamente en la potencia sexual masculina.
Las complicaciones de su consumo se perciben a largo plazo. Es la acción prolongada y continuada de las distintas sustancias que componen los cigarrillos sobre el organismo humano lo que desencadena el desarrollo de patologías severas como tumoraciones, problemas cardiovasculares, respiratorios, etc., cáncer de labio en los fumadores de pipa, el cáncer de vejiga, el cáncer de esófago (tabaco negro). Los alquitranes y otras sustancias químicas que acompañan a la nicotina (que es la adictiva) son los principales responsables de las complicaciones. También el tabaco mascado «sin humo» produce cáncer de la cavidad oral. El uso simultáneo del alcohol aumenta su propensión al cáncer de cabeza y cuello. El tabaco es responsable de casi la totalidad de casos de enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), de enfisema y de cáncer de pulmón.
Aunque el nivel de concienciación sobre los efectos nocivos del tabaquismo ha aumentado sensiblemente, pocas personas comprenden los riesgos para la salud. En China (gran consumidor actual) en 2009 sólo un 38% de los fumadores sabía que el tabaco provocaba cardiopatía coronaria, y sólo un 27% sabía que ocasionaba accidentes cerebrovasculares. La concientización de los peligros del tabaco hace que la mayoría que los conocen deseen dejarlo.
El tabaquismo disminuye el deseo y aumenta las probabilidades de disfunciones sexuales. En las mujeres disminuye la excitabilidad, dificulta la lubricación vaginal y retarda el orgasmo y en los hombres, reduce el flujo sanguíneo del pene y disminuye el deseo.
Tres principales enfermedades fatales tienen tabaquismo como uno de los principales factores de riesgo: cáncer de pulmón y páncreas y la enfermedad de la arteria coronaria incluyendo el ataque al corazón.
Los jóvenes tienden a imitar el comportamiento de sus padres y de familia fumadora es probable que surjan hijos fumadores. Igual sucede con la presión de los pares o de su grupo social. Otra causa fundamental es la publicidad y los medios de comunicación. El 14 de junio de 2011 fue promulgada la Ley Nacional de Control del Tabaco: ley 26.687.
Sólo 24 países, que representan el 15% de la población mundial, disponen de servicios nacionales integrales para ayudar a los consumidores a dejar de fumar. No hay ningún tipo de asistencia para dejar de fumar en una cuarta parte de los países de bajos ingresos
Los cigarrillos y otras formas de tabaco, incluyendo los cigarros o puros, el tabaco de pipa, el tabaco en polvo o rapé (“snuff”) y el tabaco de mascar contienen nicotina, una droga adictiva. La nicotina se absorbe fácilmente en la corriente sanguínea al mascar, inhalar o fumar un producto de tabaco. Un fumador típico inhala 10 veces en el lapso de 5 minutos que el cigarrillo está encendido. De tal manera, una persona que fuma 25 cigarrillos al día, recibe 250 inhalaciones de nicotina cada día. Una vez en la corriente sanguínea, la nicotina inmediatamente estimula las glándulas suprarrenales las que liberan la hormona adrenalina. La adrenalina estimula el sistema nervioso central y aumenta la presión arterial, la respiración y la frecuencia cardíaca.
La nicotina es una droga que como otras (cocaína, heroína, etc.) es adictiva y genera la búsqueda y consumo compulsivos de la droga. Cuando una persona adicta a la nicotina trata de dejar el hábito, pasa por los síntomas del síndrome de abstinencia, entre ellos, irritabilidad, dificultad para prestar atención, perturbaciones en el sueño, aumento de apetito y un deseo vehemente por el tabaco. Hay tratamientos que pueden ayudar a los fumadores a controlar estos síntomas y mejorar la posibilidad de que dejen el hábito.
El hábito de fumar cigarrillos es responsable de alrededor de la tercera parte de todos los tipos de cáncer, incluyendo el 90 por ciento de los cánceres de pulmón. En promedio, los adultos que fuman mueren 10 años antes que los que no fuman.
Aunque la nicotina es adictiva y puede ser tóxica si se ingiere en dosis altas, no es la que causa cáncer, son otras las sustancias químicas responsables. El humo del tabaco es una mezcla compleja de sustancias químicas como el monóxido de carbono, el alquitrán, el formaldehído, el cianuro y el amoniaco—muchas de las cuales han sido reconocidas como cancerígenas. El monóxido de carbono aumenta la probabilidad de enfermedades cardiovasculares. El alquitrán expone a la persona a un mayor riesgo de cáncer de pulmón, enfisema y afecciones bronquiales.
Las mujeres que fuman cigarrillos durante el embarazo corren mayor riesgo de sufrir un aborto espontáneo o de que sus bebés nazcan muertos, prematuros o con bajo peso. Fumar durante el embarazo también podría estar asociado con problemas de aprendizaje y de conducta en los niños y duplica el riesgo de que el niño afectado se vuelva adicto al tabaco.
Las personas que no fuman pero que están expuestas a la inhalación pasiva del humo en la casa o en el trabajo aumentan su riesgo de desarrollar enfermedades del corazón en un 25 a un 30 por ciento y cáncer de pulmón en un 20 a un 30 por ciento. Además, la inhalación pasiva del humo causa problemas respiratorios en niños y adultos, tales como tos, producción excesiva de flema, reducción de la función pulmonar e infecciones respiratorias como la neumonía y la bronquitis. De hecho, cada año alrededor de 150.000 a 300.000 niños menores de 18 meses de edad sufren infecciones de las vías respiratorias causadas por inhalación pasiva de humo y tienen un mayor riesgo de tener infecciones de oído, asma agudo, infecciones respiratorias y de morir. De hecho, en los últimos 50 años han habido más de 100.000 muertes de bebes a causa del síndrome de muerte súbita del lactante y de otras complicaciones de salud como resultado del uso de tabaco por los padres. La nicotina es absorbida hasta por las plantas por lo que ellas también son “fumadoras pasivas”.
Dejar de fumar supone afrontar la decisión de superar la dependencia a la nicotina, lo que conlleva implicaciones físicas, psicológicas y sociales. Pero el hombre, cada vez más creído en su dominio de la naturaleza, ha tomado al tabaco como un instrumento para desafiar a su propia muerte.
Las terapias de reemplazo de nicotina para aliviar el síndrome de abstinencia fueron los primeros tratamientos que incluyen el chicle o goma de mascar con nicotina, el parche transdérmico, los aerosoles nasales, los inhaladores y las pastillas para chupar y tienen más éxito cuando se utilizan en combinación con los tratamientos conductuales. Otros medicamentos sin nicotina son el bupropión y la vareniclina, no así los cigarrillos electrónicos que no son seguros porque también contienen sustancias reconocidas como cancerígenas e, incluso, pueden actuar como un punto de entrada a la nicotina. Se continúan investigando otros medicamentos y vacunas. Cualquier tratamiento puede resultar satisfactorio pero debe comenzar con le decisión firme del fumador de quererse, querer a quienes lo rodean y amar la vida.
El tabaco para armar cigarrillos es de menor precio pero 1) no es menos dañino 2) no es más natural (contiene más aditivos) 3) no se fuma menos 4) no se los deja más fácilmente 5) no se controlan sus ingredientes. Por ello son totalmente desaconsejados.
El objetivo de este día es señalar los riesgos para la salud que contiene el consumo de tabaco y fomentar políticas eficaces para reducirlo ya que es la segunda causa mundial de muerte, tras la hipertensión, y responsable del fallecimiento de uno de cada diez adultos.