Jornada Mundial del Enfermo

El 11 de febrero la Iglesia Católica instauró la Jornada Mundial del Enfermo con motivo de concientizar a todos los hombres y mujeres del mundo sobre la importancia invalorable de la ayuda y acompañamiento a todas aquellas personas que sufren alguna enfermedad.

El objetivo primordial radica en sensibilizar a los gobiernos, instituciones y sociedad civil de asegurar la mejor asistencia posible a todos los enfermos sin distinción de ninguna naturaleza.

La celebración no se imita a una mera manifestación de ciertas iniciativas aunque sean importantes, sino que se desea alcanzar conciencia en las personas sobre el significado de la ayuda hacia quienes sufren en aras de aliviar el dolor y acompañarlos en la difícil situación que les toca vivir.

Los Estados tienen la enorme responsabilidad de destinar los recursos económicos, humanos y materiales hacia las áreas de salud a los fines de contribuir en la ayuda de todas las personas que necesiten la asistencia adecuada. Los problemas económicos que atraviese un país no constituyen excusas para recortar recursos en el sistema por cuanto la salud es un derecho humano.

Los profesionales de la salud -médicos, enfermeros y técnicos- cumplen un papel esencial en la tarea del cuidado de los enfermos por el contacto cercano y directo con ellos. La profesionalidad, compromiso y vocación de servicio resultan aspectos invalorables para el cumplimiento de estos objetivos.

La solidaridad, la ayuda y el compromiso desinteresado hacia los que sufren es una tarea que dignifica y reconforta a todas aquellas personas que lo practican. En ese sentido cobra importancia la tarea de los voluntarios que actúan en organizaciones civiles colaborando en la lucha por la vida y la dignidad humana.

Las familias cumplen una tarea indelegable de acompañar y apoyar a sus seres queridos en los momentos difíciles de la enfermedad, no hay estado, organización ni profesional de la salud que pueda suplantar esta función.

La enfermedad y el dolor son inherentes a la condición humana, nadie está exento, por lo tanto, resulta necesario hacer un llamado de atención a las conductas inadecuadas hacia los que sufren, como el desinterés, la ignorancia o la insensibilidad.

En la Jornada Mundial del Enfermo Nº XXV del año 2017, el Papa Francisco nos da este valioso mensaje: “… Los enfermos, como las personas que tienen una discapacidad incluso muy grave, tienen una dignidad inalienable y una misión en la vida y nunca se convierten en simples objetos, aunque a veces puedan parecer meramente pasivos, pero en realidad nunca es así …”

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