A single man
Por Rubén Cusati
El profesor universitario George Falconer (Colin Firth) acaba de perder a su pareja (Matthew Goode) en un accidente automovilístico tras 17 años de convivencia. Queda solo. Tom Ford, es el director, productor y guionista y todo lo demás en su ópera prima, adaptando la novela de Christopher Isherwood ambientada a principios de los sesenta.
La buena película de Ford nos permitirá hacer algunas consideraciones previas a su crítica.
- Las actuaciones y las diferencias entre el cine y el teatro
- El mundo de la moda del más alto nivel y del diseño en general
- La dirección de arte
El título del film fue traducido como Un hombre soltero, más correcto hubiera sido Un hombre solo y mejor aún hacerlo no literal: Sólo un hombre.
Existe una gran diferencia en el ámbito anglosajón entre los actores británicos y estadounidenses. Por supuesto siempre hay excepciones a la regla como ocurre con Marlon Brando (quizás el más grande actor de USA), o James Dean, o de Niro, o Meryl Strepp, o Dustin Hofman. Pero aun así es común escuchar “fui a ver una peli de la Streep o De Niro hacía de cowboy en…” porque la personalidad del actor se sobrepone a la del personaje. Esto también ocurre en el cine argentino cuyo ejemplo paradigmático es Ricardo Darín. En el caso de Brando, tan fuerte es su personalidad, que uno de sus filmes más famosos, El último tango en París (ah, siempre el tango) dicen que es más de Brando que de Bertolucci y es una de las pocas veces que se da en contrario a lo que sucede normalmente: de la película se publica una especie de guión novelado, una novela. Igual sucedió con la gran película Blade Runner, de Ridley Scott sobre la cual se publicó el guión novelado que, por supuesto, no superó ni por asomo a la gran novela de Philip Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?
Ello no habla muy bien, en principio, de las capacidades interpretativas de los estadounidenses porque pareciera que siempre actúan de sí mismos. Otra de las razones es que no provienen de la mejor formación que es el teatro.
Podemos agregar que en la Argentina sucede algo parecido a USA aunque no es culpa de los actores que los hay y muy buenos, sino al escaso desarrollo de la industria cinematográfica local.
Es difícil escapar del paradigma Darín o a los estereotipos. Muchos buenos actores repiten y repiten las personalidades que ofrece su contextura física o su voz, su presencia en TV. Pero mejor es no nombrarlos pues no es un pecado de ellos sino de quienes los convocan: para un Jefe de policía llamo a …, para un borracho llamo a .,.. para un marica llamo a …. Justamente, cuando se rompe ese paradigma surge el actor que subyace en el estereotipo: caso típico es Francella en el Secreto de sus ojos.
O bien, para descubrir al actor se debe verlo en el teatro. El propio Darín se queja en las entrevistas que cuando se le ofrece desde Hollywood un trabajo siempre es el mismo papel, ser narco latinoamericano.
Es mucho más difícil escuchar, en cambio “…vamos a ver una peli de Colin Firth…” y no porque sea menos famoso o haya hecho pocas películas de calidad. En los actores británicos prevalece la preparación profesional y teórica, el estudio y el desentrañar la personalidad de los personajes que interpretan. Vienen, en general, del teatro de Shakespeare.
Los ingleses (mejor decir europeos en general) se distancian de su persona y son capaces de interpretar varios caracteres de acuerdo a cada guión, a cada historia, a cada personaje. Todo sucede al revés, si Firth interpreta a un gay … es gay en la realidad, si interpreta a un tartamudo, es o ha sido un tartamudo.
En USA (y en Argentina) los espectadores se “enamoran” de los actores. En Europa, como debiera ser, se enamoran de las historias y de los personajes. Lo último es el caso de la detective Saga que interpreta, en la serie Bron-Broen (danesa-sueca), a una detective policial con síndrome de Asperger y arrasa con las audiencias en el mundo no sólo por su belleza (no sólo) sino por su discapacidad “supuesta”.
El cine de Hollywood busca fundamentalmente entretener y/o se vender los “valores” ya consagrados por la sociedad y que se mantienen durante décadas sin cambio; en Europa los grandes realizadores buscan cambiar los valores consabidos e intentan, por lo menos intentan, modificar las conductas del espectador. Ello es mucho más cierto en el teatro (y en el off local) porque no se arriesga tanto dinero como en el cine en el que es mejor caminar sobre seguro sin romper ningún molde.
Romper el molde significa lo que Roberto Arlt decía con pegar el cross a la mandíbula al lector-espectador: cuál es la razón por la que el protagonista de su primera novela, Silvio Astier, traicione y delate al Rengo que lo había adoptado como casi un hijo sin ninguna motivación aparente. Esa acción provoca un gran estupor y obliga a reflexionar por encima de la historia. Bertol Brecht retoma, en parte, esta teoría para su método teatral. Arlt se adelanta no sólo a Brecht sino también al existencialismo de Sartre.
En USA, es la práctica en el propio cine la que hace madurar a los intérpretes que usan rasgos de su propia personalidad en el personaje y parece que siempre (casi) interpretan el mismo perfil.
La diferencia en la actuación teatral y cinematográfica es sideral, casi son dos oficios o artes diferentes.
El actor de cine experimentado siempre le pregunta al director con cuál plano va la toma y, si es un plano corto y el director se lo permite (Visconti jamás lo haría), puede estar en plena guerra y en ojotas. Eso es impensable en teatro donde lo que se le exige al actor es muy superior, necesita de ensayos extenuantes, de mayor concentración vocal, gestual y corporal, control de sutilezas, de miradas, de salvar un error con el público a unos pocos metros de distancia, con espectadores a 2 m y a 30 m. El teatro es del actor, el cine del director y el arte es la perfecta conjunción de ambos.
En el teatro el actor se vale de la improvisación para sortear las dificultades. En el cine eso no sucede y las escenas se repiten una y otra vez hasta que el realizador se encuentre satisfecho. Existen directores que, pocos eso sí, sin embargo, plantean una situación sin demasiada rigidez, Antonioni por caso, dando libertad a sus actores; otros como Joseph Losey le marcan en el piso a los actores dónde deben pisar durante el transcurso de la secuencia (por supuesto igual Losey contrataba actores sublimes como Ton Courtenay o el gran Albert Finney por ejemplo: El sirviente).
En teatro el espectador ve al actor siempre de cuerpo entero, en cine abundan los primeros planos, por lo cual en una pantalla grande su imagen es muchas veces mayor al tamaño natural y el mínimo matiz de cada uno de sus gestos es magnificado. Hay actores que tienen tics naturales (Federico Luppi por ejemplo) que hacen imposible, a veces, tomar algunos planos cortos.
En el teatro el actor interactúa con otros personajes, recibe sus estímulos y energía. En cine el actor, normalmente, actúa solo y debe apelar a la fuerza de su imaginación para desarrollar la escena que puede estar en cualquier orden de la historia.
En el teatro lo importante es el actor, en el cine esa importancia la comparte con otros aspectos complejos tecnológicos y artísticos. Recordemos, sin más, que a veces se filma el final de una película y se termina con el principio según el plan de rodaje por lo cual la capacidades del actor son muy diferentes en uno y otro caso. En ese plan prevalece en el cine las locaciones o la puesta de luces o alguna otra característica y no el desarrollo dramático que necesita el actor. En el cine casi siempre manda el fotógrafo, en el teatro el actor
El cuerpo y la voz son esenciales en el teatro. Las dificultades de la voz requieren menos exigencia en el cine debido a los micrófonos, la edición, la cámara está ahí nomás, etc. Actores intuitivos como Luis Sandrini o Juan Verdaguer o Tita Merello, nunca pudieron doblarse a sí mismos por lo que requerían sonido directo. Puesto es el caso de Alfredo Alcón o Luis Brandoni con sólida formación de técnicas actorales.
Existen varios métodos relevantes para la enseñanza de la actuación teatral.
Konstantín Stanislavski, produjo un acercamiento realista y natural que trató de superar lo artificioso del melodrama.
Bertol Brecht, por el contrario, trata de desentrañar el texto, no sentirlo, examinarlo desde lejos, tomar distancia del propio yo, desechando los sentimentalismos que provoquen lágrimas o condolencias para los pobres y su sufrimiento, al tiempo que ataca la falsa respetabilidad de sociedad burguesa (a la manera de Arlt): el efecto de “distanciamiento” es un arma contra el romanticismo y el sentimentalismo.
El teatro pobre del polaco Grotowski hace al actor el protagonista absoluto y excluyente y surgió como una reacción a la invasión de medios técnicos, oponiéndose al teatro como síntesis de disciplinas creativas diversas: literatura, plástica, música. Despoja al hecho teatral de todo lo superfluo, sólo queda el actor para resolver aquello que en el “teatro rico” se confía a la tecnología y al auxilio de las diversas artes. No es “naturalista” como el de Stanislavski pues el comportamiento “natural” oscurece la verdad, es la ficción la que permite mostrar lo que ese comportamiento oculta y enmascara.
El inglés Peter Brook, con sus 91 años, tiene relación con el polaco y si bien su influencia se marca principalmente en el teatro, también hizo cine y ópera.
Lee Strasberg y el Actor´s Estudio se basa en la improvisación y se fundamenta en el de Stanislavsky.
La ópera prima de Tom Ford revela sus buenas condiciones como realizador explotando al máximo sus condiciones como diseñador de moda. Ford y el talentoso Gino Armani son los íconos de la elegancia en el mundo de la moda y estrellas del reciente desfile por la alfombra roja de los Oscar. Pero, mientras Armani sostiene una vida obscena con yates que no tienen precio y que casi no usa, Ford invierte en un negocio de riesgo, el cine y lo hace con talento.
El verdadero hacedor de la película y el que la eleva es Colin Firth con la mejor estirpe de los actores ingleses (John Gielgud, David Niven, Laurence Olivier, Alec Guinness) que debe continuar solo su vida frágil con una profunda desolación, destrozado por dentro luego de perder a su amante y en un contexto también endeble, el mundo de 1962 (Kennedy, crisis de los misiles) y en la sociedad americana pacata, hipócrita y reaccionaria. Son varios los recursos que emplea la realización: surrealismo, cámaras lentas, artificios de color, raccontos en blanco y negro, etc.
El vestuario, trajes negros sobre camisas blancas, corbata negra que remata en una traba de plata, zapatos negros lustrosos, todos los detalles son impecables. También ello es una exageración “perdonable” porque se trata de un simple profesor universitario que no debería tener ese nivel de vida. El formalismo del film y la dirección de arte, vestuario inclusive, no podían ser más que cercanos a la perfección: Tom Ford es el diseñador de más prestigio de la actualidad. Además todos tienen súper casas como la del protagonista construida por su pareja arquitecto, la elegancia es apabullante hasta cuando dispone su traje fúnebre: pone sobre la cama un traje gris, una camisa blanca una corbata gris plomo. El auto un Mercedes espectacular. Cine de “alta gama”, en suma.
Ford suple acertadamente casi todos los monólogos de la obra literaria con los hechos y gracias a la actuación descollante de Firth, el protagonista está vivo, es real, no está trillado, emociona a través de la contención.
Es una película con muchos más aciertos que errores y vale su visión.
Fue nominada para el máximo galardón del León de Oro en Venecia y ColinFirth fue galardonado con la Copa Volpi al Mejor Actor por su actuación. Ganó un premio BAFTA al Mejor Actor en un papel principal, y fue nominado a un Oscar, un Globo de Oro, al Premio Independent Spirit y el Screen Actors Guild Award. Otras nominaciones de la película incluyen otras dos categorías Globos de Oro: Julianne Moore a la Mejor Actriz de Reparto, y Abel Korzeniowski a la Mejor banda sonora original. En los premios Independent Spirit, la película fue nominada a la Mejor Ópera Prima y Mejor Primer Guion. Ford y David Scearce, que había adaptado primero el libro en una novela, también recibió una nominación al Mejor Guion Adaptado en la Broadcast Film Critics Association Awards.
Es muy buena la actuación de Julianne Moore, eterna y frustrada enamorada, en un papel secundario que refuerza la decadencia de la carne y de la vida en soledad del personaje principal.
Como puntos en contra no ahonda en la situación por demás dramática en el mundo, si bien la esboza, aunque sea con un poco más de realismo. Los personajes secundarios son demasiado pobres en contraste con el personaje principal pero quizás sea el mismo Colin el responsable de ello porque su personaje es tan fantástico que opaca al resto.
El desenlace cierra el relato y posee el pathos necesario pero quizás hubiera sido preferible que sea abierto como lo pregonara Umberto Eco.
La ópera prima de Tom Ford es muy valiosa. Esto suele ocurrir con gran cantidad de buenos realizadores que luego no pueden superar esta primera obra, sólo los grandes talentos lo hacen Su segunda película, la más reciente Animales nocturnos no logra ese cometido, pero demos todavía un crédito a Ford para que retome el camino en una tercera próxima película.
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Ficha técnica
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