Conjuntivitis. ¿Qué hacer?
A la hora de prevenir es clave evitar el contacto directo con la persona afectada. Lavarse las manos, utilizar alcohol en gel y evitar compartir -además de cambiar frecuentemente- sábanas y toallas, se cuentan entre las principales medidas.
La conjuntivitis es una patología muy prevalente tanto en adultos como en niños, en mujeres como en hombres. Y su incidencia es tan alta porque no existen “poblaciones de riesgo”, es decir, que todas y todos podemos tener conjuntivitis. Aunque los síntomas son similares, hay diferentes tipos: la bacteriana, la alérgica y la tóxica, entre las más importantes. Además, vale mencionar que en los cuadros crónicos, es posible que la conjuntivitis se repita una y otra vez. “Entre una y otra varía el agente causal, obviamente, pero también el tipo de secreciones o los síntomas. Por ende, es tarea del oftalmólogo realizar el diagnóstico etiológico”, comentó la Dra. Anahí Lupinacci, médica del Staff de Oftalmología del Hospital Universitario Austral. Los síntomas que, por lo general, refieren los pacientes son sensación de cuerpo extraño, quemazón, prurito o picazón, lagrimeo y enrojecimiento ocular. Por su parte, las secreciones pueden ser acuosas -típicas de las infecciones víricas y tóxicas- o mucopurulentas, las cuales se presentan en infecciones bacterianas y causadas por clamidias. Pero sin dudas cuando de la conjuntivitis se trata, “el tema” es el contagio. “La viral y la bacteriana contagian, sobre todo la viral. ¿Cómo? Mediante el contacto directo con las secreciones. Y este se da ya sea porque el paciente toca sus ojos y con esas manos toca a otra persona, o bien si la persona afectada se toca los ojos para luego tocar algún objeto que un tiempo más tarde tocará otra persona”, agregó la Dra. Lupinacci. “Por eso, hacemos tanto énfasis en la prevención: es importante lavarse las manos y limpiarse con alcohol en gel, además de no compartir almohadas, toallas, sábanas ni jabón. Además, cuando una persona tiene conjuntivitis tiene que evitar tocarse los ojos”, comentó la Dra. Lupinacci.
Tratamiento
De acuerdo al tipo de conjuntivitis del que se trate, el tratamiento varía. Por ejemplo, las bacterianas se abordan con antibióticos, mientras que en todos los casos hay que prestarle atención a la medidas de higiene general como el lavado de las manos, el cambio frecuente de ropa de cama y toallas, el lavado ocular y, dependiendo la causa, el uso de colirios antibióticos antinflamatorios y también antialérgicos. “En todas las conjuntivitis es importante el aseo con solución salina cuatro veces al día para quitar las secreciones y el tratamiento tópico con eritromicina ungüento también cuatro veces por día”, detalló la especialista.
Tipo de conjuntivitis
En primer lugar, está la oftalmía neonatal o conjuntivitis del recién nacido, que se presenta con ojo rojo y secreciones purulentas, mucopurulenta, mucosa o serosa, dependiendo de la causa. Además, puede darse en uno o en ambos ojos dentro del primer mes de vida. “También tenemos la conjuntivitis aguda cuya etiología más frecuente es el ojo rojo (debido a inyección conjuntival) y doloroso, pero que además se caracteriza por secreción y adherencias de los párpados (sobre todo, por las mañanas), y sensación de cuerpo extraño que dura menos de cuatro semanas. El dolor es mínimo y la agudeza visual apenas disminuye”, describió la Dra. Anahí Lupinacci. Por su parte, la conjuntivitis viral (habitualmente por adenovirus) también se presenta con ojo rojo, secreción acuosa o mucosa, lagrimeo, párpados edematosos y eritematosos, ardor, fotofobia y hemorragias subconjuntivales puntiformes. Por lo general, comienza en un ojo, empeora entre los primeros 4 y 7 días, y suele bilateralizarse. En algunos casos, los cuadros no se curan hasta en 2 o 3 semanas, y pueden ir acompañados por infiltrados subepiteliales. “La conjuntivitis viral es muy contagiosa y esa condición se extiende habitualmente por entre 10 y 12 días, contando desde el inicio. Por eso, además de lavarse las manos muy frecuentemente y evitar tocarse los ojos, los pacientes deben procurar no ir a la escuela mientras tengan los ojos rojos y llorosos para prevenir el contagio”, postuló la médica. En cuanto a la conjuntivitis alérgica, también tiene ojo rojo generalmente bilateral, escozor, quemosis, fotofobia, secreción acuosa, párpados edematosos y rojos. Puede o no tener el antecedente de alergias. “Hay un agregado climático, ya que existen recurrencias estacionales (primavera y verano) y antecedentes de atopía. Por eso, el tratamiento consiste en eliminar el agente desencadenante con compresas frías varias veces al día y lágrimas artificiales entre cuatro y ocho veces al día. En casos moderados, se puede agregar un antihistamínico entre dos y cuatro veces al día”, completó la especialista mencionando también a la conjuntivitis bacteriana –cuyos microorganismos habituales son staphylococcus aureus– y la conjuntivitis herpética.
Exámenes para la detección
Además de la revisión médica, ante la consulta oftalmológica, existe la posibilidad de realizar exámenes complementarios, aunque generalmente no son necesarios y el tratamiento es empírico. Solo en determinados casos como, por ejemplo, en las formas hiperagudas (especialmente en neonatos) o rebeldes al tratamiento -así como también en casos muy severos- se hará estudio directo: cultivo y antibiograma de secreciones. “Cuando la patología no cura, hay que sospechar la presencia de una obstrucción congénita de vía lagrimal (en los lactantes), la estrechez de la vía lagrimal (en los niños mayores), la presencia de molusco contagioso y la presencia de membranas subtarsales (a cualquier edad). Todas ellas deben ser extraídas ya que dificultan la acción de los antibióticos. En general, ante la sospecha de patología infecciosa, no hay que ocluir el ojo; pero, además, es importante la derivación oftalmológica para la realización de un exámen con lámpara de hendidura que permita descartar patologías diferenciales de ojo rojo (uveitis, epiescleritis, queratitis, úlcera corneal, cuerpo extraño y quemaduras entre otras)”, sostuvo la Dra. Anahí Lupinacci.
Por Noelia Veltri
Fuente: VIDA. Revista del Hospital Universitario Austral