Día del Animal
Desde 1908 la Argentina festeja el Día del Animal todos los 29 de abril con el propósito de concientizar a la población acerca de la protección, cuidado y defensa del mundo animal. La idea de la propuesta fue iniciativa del entonces director del Jardín Zoológico -Clemente Onelli- y del Dr. Ignacio Lucas Albarracín, presidente de la Sociedad Argentina Protectora de Animales, quien participó de las celebraciones hasta su fallecimiento que, casualmente, se produjo un 29 de abril de 1926.
Albarracín luchó incansablemente por la defensa de los derechos del animal resaltando así el culto civilizado a la vida. Desde sus comienzos en el cargo libró campañas en contra de las riñas de gallos, corridas de toros y del famoso deporte conocido como tiro a la paloma. Fue promotor de la ley de Protección de Animales que establece la obligatoriedad de brindar protección a los animales para impedir su maltrato y su caza.
¿Qué sería de la vida del hombre sin animales, sin caballos, sin vacas, sin pájaros, sin peces, sin gatos o sin perros? Por cierto, muy aburrida, pero también muy incompleta. El hombre no es más que un integrante de un inmenso ecosistema que necesita de todo el resto de los participantes para subsistir.
Los animales domésticos forman parte de nuestra vida aportando beneficios a nuestra salud física y emocional. Suelen ser el remedio a la soledad, al estrés y algunas enfermedades. Su compañía nos hace la vida más llevadera. Los niños que se crían con animales son más felices y tienen menos riesgos de sufrir enfermedades. Su presencia implica tener una responsabilidad más, ayudándonos a estar más activos, más solidarios y menos sedentarios.
Los animales siempre estarán con nosotros cuando los necesitemos y sin esperar nada a cambio. En el caso de los perros, son incontables sus historias por la fidelidad, amor y lealtad incondicional hacia sus dueños. Muchos de ellos han pasado a la historia debido a su gran coraje y valentía. Cervantes, escribió en su novela El coloquio de los perros: “Bien sé que ha habido perros tan agradecidos que se han arrojado con los cuerpos difuntos de sus amos en la misma sepultura. Otros han estado sobre las sepulturas donde estaban enterrados sus señores, sin apartarse de ellas, sin comer, hasta que se les acababa la vida”. Sin lugar a dudas se han convertido en el mejor amigo del hombre.