Día Mundial de la Lepra

La lepra o enfermedad de Hansen es producida por una bacteria -Mycobacterium leprae- descubierta por el médico noruego Gerhard Armauer Hansen en el año 1874. Es de baja contagiosidad y afecta a la piel, el sistema nervioso periférico, algunos huesos pequeños, los testículos y el riñón. Se transmite de persona a persona por vía aérea a través de las vías respiratorias superiores, el bacilo ingresa por la mucosa nasal y se disemina por el sistema sanguíneo.

La lepra está presente desde la antigüedad en gran parte del mundo. En el pasado se la llegó a considerar una enfermedad maldita asociada al pecado. Las personas que tenían la desgracia de padecerla eran despreciadas y aisladas de la sociedad. La presencia del leproso en las calles causaba miedo debido al posible contagio y al aspecto desagradable que presentaban, por lo que estaban obligados a colgarse una campana, una pata de ganso o vestirse de un color determinado para poder ser visualizados rápidamente.

Durante la Edad Media se construyeron gran cantidad de leprosarios en las afueras de la ciudad para evitar el contagio de las personas sanas. Muchos de estos asentamientos humanos adoptaron el nombre de “San Lázaro” en alusión al personaje de la biblia.

Los afectados de esta terrible enfermedad debían soportar, además del aislamiento y el desprecio de sus semejantes, increíbles e inútiles curaciones que incluían la aplicación de sanguijuelas en las heridas o masticar y tragar lagartijas crudas o el uso de sustancias químicas como el mercurio, arsénico o yodo.

En 1874 el médico Gerhard Armauer Hansen descubre que la lepra es producida por un bacilo pero sin poder determinar cómo se transmitía la enfermedad. Los investigadores se preguntaban porqué se transmitía a pocas personas y muchas permanecían indemnes a ella. En 1923 el científico japonés Mitsuda encontró la respuesta: los pocos que se contagiaban tenían bajas defensas inmunológicas y lo hacían con facilidad, en cambio, el resto tenía excelentes defensas y no se contagiaba.

El tratamiento efectivo para la lepra apareció recién en la década de 1930 con la introducción de la “dapsona”, sin embargo, su uso excesivo generó que el bacilo comenzara a manifestar resistencia al antibiótico. En la década de 1980 se introduce el uso de la “rifampicina” y la “clofazimina”, las que se añaden al régimen terapéutico de la enfermedad, denominándose tratamiento multimedicamentoso (TMM)

Actualmente la lepra es totalmente curable si se detecta a tiempo y los pacientes tratados dejan de ser un riesgo para la población; de 100 personas que estén en contacto directo con el paciente sólo 5 podrían infectarse dado que el 95% es naturalmente inmune a la transmisión de la bacteria.

La lepra ha dejado de ser un problema de salud pública para los Estados (con las excepciones de algunos países), sin embargo, no se ha logrado eliminar los sentimientos de discriminación, estigmatización y temor hacia los afectados, motivados por el desconocimiento de la enfermedad. A lo largo de la historia hubo personalidades que lucharon contra este mal y fueron ejemplo de solidaridad hacia el prójimo, como la Madre Teresa de Calcuta y el Che Guevara en su época de estudiante, ambos lo hicieron cuando aún persistían falsas creencias y mitos de la enfermedad.

En la Argentina todavía la lepra no ha sido erradicada existiendo entre 300 y 400 casos nuevos por año. El tratamiento es ambulatorio e incluye el uso de antibióticos, antiinflamatorios y el cuidado de las secuelas. El único leprosario en funcionamiento es el Hospital Nacional Baldomero Sommer ubicado en la localidad bonaerense de General Rodríguez a 25 kilómetros de Luján.

La sociedad ha avanzada mucho en lo que respecta a la relación con los enfermos aunque aún persisten ciertos mitos y temores producto de la ignorancia. Es necesario perder el miedo, la lepra no es consecuencia de un castigo divino ni nada que se le parezca, es una enfermedad más. Los enfermos de lepra le temen más a las consecuencias sociales de discriminación que a los daños que pueda causarle en el organismo. Aprender a convivir con los afectados es tarea de todos. La única manera de conseguirlo es con la concientización, difusión e información.

El tercer domingo de enero se oficializó como el Día Mundial de la Lepra con el objetivo de sensibilizar a la sociedad sobre la existencia aún de la enfermedad y, lo más importante, para borrar la imagen negativa que se tenía de los afectados evitando la estigmatización, discriminación y temor. La lepra es una enfermedad más que tiene cura, es poco contagiosa y no es necesario el aislamiento de los enfermos.

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