Día Mundial del Parkinson
El 11 de abril es el Día Mundial del Parkinson, en reconocimiento al médico que describió por primera vez la enfermedad a la que él llamó “parálisis agitante”, Dr. James Parkinson, quien la padeció y describió sus síntomas en 1817.
El motivo de la conmemoración consiste en trabajar en la concreción de dos grandes objetivos: por un lado, difundir información sobre la enfermedad, su evolución y tratamiento, y por el otro, concientizar y sensibilizar acerca de la importancia de la enfermedad considerando sus consecuencias para los afectados, familiares y cuidadores.
¿Qué es?
Es una enfermedad neurológica que se caracteriza por presentar temblor, lentitud del movimiento, rigidez y debilidad muscular, como también otros síntomas: depresión, trastornos del sueño, constipación, apatía y trastornos del olfato. Los síntomas no motores se presentan varios años antes del desarrollo de los síntomas motores.
La enfermedad se manifiesta de forma diferente en cada persona, incluyendo a los síntomas, evolución y tratamientos, lo que implica una atención personalizada.
¿Cuáles son los síntomas?
Los síntomas pueden ser amplios y variados pero no todas las personas lo desarrollan de la misma manera, pudiendo ser de dos tipos:
Síntomas motores: Son los más frecuentes y afectan al movimiento, tales como, lentitud, rigidez, inestabilidad postural y temblor.
Síntomas no motores: Son muy variados y pueden aparecer en cualquier etapa de la enfermedad, comprende al estreñimiento, exceso o ausencia de salivación, dificultad para tragar, apatía, depresión o insomnio, entre otros.
Causas de la enfermedad
La enfermedad no tiene cura y se desconocen sus causas; sin embargo, existen una gran cantidad de terapias y tratamientos dirigidos a atenuar los síntomas y mejorar la calidad de vida de las personas con Parkinson.
¿Cómo se diagnostica?
Es difícil de diagnosticar en sus etapas iniciales, ya que se confunde con los síntomas propios de otras patologías. Según los últimos estudios recogidos el diagnóstico puede tardar entre uno y cinco años. El diagnóstico es fundamentalmente clínico y se efectúa a partir de los síntomas del paciente, ya que no existe ningún marcador químico. Para confirmar el diagnóstico se realiza una Tomografía Axial Computarizada (TAC), que detecta las lesiones cerebrales en el mesencéfalo. Asimismo, son habituales los exámenes de los reflejos.
Sin embargo, el mejor medio para detectar esta patología es la observación, ejercida tanto por el médico como por los familiares del enfermo, ya que el contacto permanente les permite confirmar la continuidad o progresión de los síntomas y los posibles cambios tanto físicos como emocionales.
Tratamientos
El Parkinson no tiene cura, sin embargo es posible reducir la velocidad de progresión de la enfermedad, controlar los síntomas y los efectos secundarios derivados de los fármacos que se usan para combatirla.
El tratamiento quirúrgico contempla la cirugía sobre la parte dañada del cerebro. Sólo está indicada en un cinco por ciento de los pacientes. Los criterios de inclusión para intervención quirúrgica contemplan incapacidad funcional muy grave, ausencia de demencia, edad inferior a 70 años y diagnóstico confirmado.
La rehabilitación física es uno de los aspectos más importantes para el tratamiento de la enfermedad a partir del mantenimiento del tono muscular y de las funciones motoras, por lo que es esencial la actividad física diaria.
Algunas cifras
- 1% de la población mundial padece esta enfermedad
- 1 de cada 5 personas afectadas es menor de los 50 años.
- En la Argentina habrían 80.000 pacientes con la enfermedad.
- Los pacientes pueden demorar 3 a 5 años en recibir un diagnóstico adecuado.
- Afecta por igual a hombres y mujeres
Mitos del Parkinson
- Todos los pacientes tienen temblor
- No voy a caminar más
- No tengo solución ni tratamiento
- El único tratamiento que existe son los medicamentos
- El Parkinson siempre es hereditario
- La inteligencia se deteriora
La falta de conocimiento a menudo conduce al estigma y éste puede llegar a provocar el aislamiento social de las personas afectadas. En ocasiones, síntomas como la rigidez muscular o la inestabilidad postural se interpretan como embriaguez y la apatía o inexpresividad facial, con la falta de interés. Todo ello provoca dificultades para el paciente y los familiares derivadas de la incomprensión social. Un mayor conocimiento de la enfermedad conduciría a comprenderla mejor y, por ende, borrar este estigma. Es importante que los pacientes sigan trabajando y manteniendo su actividad todo el tiempo posible.
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