Generacionales

El 24 de Marzo me es inevitablemente una fecha cargada de emociones. Es mucho más que la conmemoración del día en que una dictadura civico-miliar le arrebató a la democracia las instituciones civiles, la agenda económica y los poderes estatales elegidos por el voto del pueblo. El día de la memoria por la verdad y la justicia, carga en si el concepto del ejercicio de la memoria, y de la comprensión de una época reciente que aún cala duro en la sociedad, cuyas heridas cierran punto por punto, mientras transcurre nuestras vidas. En una sucesión de eventos donde el dolor fue convertido en paciencia y esperanza. Y en una búsqueda incansable de la justicia, largamente negada.

Mi generación, la última nacida en la dictadura, fue alimentada por la tradición oral de vivencias, desgracias y temores desde nuestras familias más cercanas, sus amistades y nuestros mentores, sus memorias eran la única forma de llenar los huecos que no explicaban el horror descrito y el vil propósito que puso en marcha una de las épocas más oscuras de nuestra historia como nación y como pueblo.

Esta indagatoria recurrente despertaba pasiones y odios en todo mi entorno, dificultando las conclusiones y haciendo personal una búsqueda que hoy gratamente se estimula en los colegios e instituciones educativas de todo el país, pero que permaneció en la sombra durante mi paso por ellas. Al mismo tiempo hacía que en las calles solo se murmurara sobre el tema, y se reprimiera duramente a quienes las querían gritar para que todos las escuchásemos.

Se necesitó un auténtico cambio de era política, para que surja esa esperanza de reunirse con esa necesitada verdad, con la rotura de cadenas de la justicia. Para que quienes buscaban en paz ver a sus seres queridos, representados por un pueblo que comenzó a juzgar a sus fantasmas. Y permitir que esas heridas que no cierran, puedan tener un alivio que reconforta, que impulsa a seguir, que hoy nos hace honrar. Logrando hacer caer el manto de oscuridad que tapaba la verdad. Haciendo de este día, un llamado sentido a la reflexión humana, a la paz de los sentimientos y sin duda a la memoria de nuestro pueblo.

Diego

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