Nuevos escolares, nuevos problemas
En atención a las “Pautas para evitar el uso inapropiado de diagnósticos, medicamentos u otros tratamientos a partir de problemáticas del ámbito escolar”, dirigidas a agentes del sistema de salud, equipos de orientación, gabinetes psicopedagógicos, docentes y comunidad educativa en general, establecidas por CONISMA[2] en diciembre de 2014, resulta oportuno ahondar en una problemática que hace tiempo nos viene ocupando, poniendo nuevamente a consideración si los problemas de aprendizaje y/o de convivencia que manifiestan hoy con tanta frecuencia los niños en las aulas, y que –con frecuencia- hace que sus docentes tiendan a pensar en la necesidad de una consulta neurológica bajo sospecha de ADD-H, TGD, etc., constituyen a ciencia cierta indicadores de una patología específica, de origen biológica, o, si en su lugar, debiéramos considerar que estos comportamientos son manifestaciones de nuevas modalidades de funcionamiento cognitivo y estilos vinculares ligadas a las subjetividades infantiles actuales, producidas como tal, en configuraciones familiares novedosas, inscriptas a la vez en contextos socio-culturales fuertemente mercantilizados, en los que entre otras variables, la simetrización del vínculo entre niñxs, adolescentes y sus adultos, y el entorno tecnológico, inunda la cotidianeidad.
Al respecto, numerosos especialistas advierten que mientras esta era contemporánea presenta notables cambios en las apoyaturas sobre las que se construye la subjetividad, los fenómenos vitales de la contemporaneidad, todos y cada uno de ellos, se han vuelto intratables en mano de modelos y categorías de pensamiento acuñadas en épocas y lugares cuasi inmóviles que presidieron la experiencia humana durante casi toda su existencia.
En este mismo sentido, M.C.Rojas (2009) señala que el campo de la clínica vincular permite observar aspectos novedosos, no solamente a nivel de las características de las dificultades, sino también de modalidades que reflejan, en muchos casos, formas de procesamiento mental muy diferentes a las de generaciones anteriores, así como prácticas que marcan una singularidad inédita en cuanto a las producciones vinculares[3].
Advierte así que las nuevas tecnologías parecen exigir nuevos trabajos al psiquismo, a la vez que suplen ciertos desempeños antes usuales. De este modo, entretanto se desarrollan capacidades antes no requeridas ni estimuladas, es posible observar que otras entren en desuso, desaparezcan o permanezcan latentes.
Asimismo, es necesario considerar que mientras los niños y adolescentes nacidos en la “era digital” se acercan a la tecnología “naturalmente”, los adultos, en cambio, quedamos frecuentemente impactados y perplejos cuando asistimos a las novedosas prácticas que ellos protagonizan[4].
Acerca del mismo tema, aunque desde otra perspectiva, el filósofo italiano Franco Berardi (2007), entiende por su parte que la desatención e hiperactividad, característica de los niños de hoy, constituyen auténticas dificultades, aunque -en coincidencia con lo que se venía diciendo- también atribuye la causa de estos problemas a ciertas condiciones que caracterizan a las sociedades contemporáneas, entre las que destaca la hipervisión, la hiper expresividad, el exceso de visibilidad, la explosión de la información y la sobrecarga de estímulos info-nerviosos.
La aceleración de los intercambios informativos ha producido y está produciendo efectos sin precedentes en la mente humana individual y, con mayor razón, en la colectiva. En este sentido no podemos desconocer que también nosotros, los adultos, estamos ineludiblemente atravesados por la tecnología.
En estos contextos, los individuos no parecemos estar en condiciones de elaborar conscientemente la inmensa y creciente masa de información que nos llega a través de las computadoras, celulares, pantallas de televisión y agendas electrónicas, entre otros dispositivos. Sin embargo, parece que es indispensable seguir adelante, conocer, valorar, asimilar y elaborar toda esta información, si se quiere ser eficiente, competitivo y ganador[5].
Ante estas circunstancias hoy nos encontramos con frecuencia en ciertos sectores de la población de medios y altos recursos con niñxs que enfrentan presiones sobrehumanas de eficiencia.
Retomando a Berardi, resulta oportuno por su pertinencia en relación al tema, agregar también que este pensador describe en términos de “mutación cognitiva del funcionamiento psíquico” a los mencionados efectos novedosos observables desde las aulas que la aceleración de los intercambios informativos producen en la mente humana.
En relación a esta cuestión, se refiere al “estrés de atención constante”, señalando que se carece de tiempo para elaborar el flujo de información recibida, tomándose entonces decisiones que responden sólo al interés inmediato, no a una racionalidad estratégica a largo plazo[6].
Asimismo, puede observarse en relación a la afectividad, un aumento de padecimientos mentales (especialmente ansiedad y depresión) y de la consecuente difusión de los fármacos y drogas psicoactivas ligadas al preocupante fenómeno de la medicalización de la sociedad contemporánea en general y de la niñez y adolescencia en particular.
Profundizando en estas cuestiones ligadas a la descripción de la situación actual de la niñez y adolescencia, y a modo de ejemplo paradigmático, los conocidos “ADD-H” o “TGD”, bien podrían ser considerados desde esta perspectiva como producto de la “sobre adaptación” de la subjetividad infantil, en pleno proceso de constitución y maduración orgánica, a un ambiente en el cual el contacto afectivo es fuertemente sustituido por flujos de información veloces y agresivos.Y en la misma línea, pensar que muchos de estos problemas se deben a que en estos tiempos, y en sociedades como la nuestra, el contacto humano está siendo sustituido por otro: el afecto por información.
Asimismo resulta necesario considerar también, en relación a los problemas que hoy se generan en las escuelas ante la presencia de estos “nuevos escolares”, que una cultura mediática y mercantilizada como la que caracteriza a los tiempos actuales -que arrasa de base con la necesaria asimetría que parecen requerir las relaciones paterno-filiales y la de docente-alumnos, “homologando a todos” -sin distinciones- en la posición de “consumidores- consumidos”, parece estar dando lugar, entre otras expresiones, a la emergencia de nuevos modos de vincularse y comunicarse entre adultos y jóvenes, marcadamente distintas a que las solían poner de manifiesto generaciones anteriores.
Desconocer esta situación, no solo produce niños “ADD- H; TGD; TOD” etc. sino que es también fundamental para pensar otras formas que adoptan hoy la patologización y medicalización de las infancias[7], a modo de “atajo”.
En este sentido, y como señala M Terzaghi (2013), “la biologización de la vida humana, produce una conversión de problemáticas sociales a problemas individuales”. Mientras, se advierte como apelando a lo orgánico como “excusa” parece eludirse toda referencia a los cambios que nosotros mismos generamos y al sufrimiento psíquico que éstos parecen generar en las nuevas generaciones.
En estas circunstancias, con frecuencia no pocos “problemas escolares” se transforman en “problemas de los escolares”[8].
Al respecto, desde una perspectiva crítica, desde aquí consideramos que una complejización de las lecturas y abordajes, la interdisciplina, una ética de la diversidad y la confrontación con los reduccionismos, se imponen entonces como requisito en la configuración de una posición que permita analizar los fenómenos humanos novedosos como tales, y no necesariamente como formaciones patológicas.
Desde este punto de vista, resulta necesario pensar también que en relación específica al ámbito educativo, un “abismo cultural” parece separar hoy, en las “escuelas modelo siglo XIX”, a los docentes que allí pretenden enseñar, de los alumnos que actualmente las habitan, “niños, niñas y jóvenes del siglo XXI” (Dueñas, 2013).
Ante esta situación, nos preguntamos entonces si contando con el apoyo de miradas interdisciplinarias y de un trabajo intersectorial de carácter comunitario en el ámbito de la educativo, seremos capaces de comprender la secreta demanda que las problemáticas infantiles actuales denuncian.
NOTAS:
[2] CONISMA: COMISIÓN NACIONAL INTERMINISTERIAL EN POLÍTICAS DE SALUD MENTAL Y ADICCIONES. Sitio Web: http://www.jefatura.gob.ar/multimedia/files/conisma/Documento_Infancia_y_Medicalizacion-19dic.pdf
[3] Como consecuencia de la observación de todos estos cambios, parece necesario entonces emprender la búsqueda de otros recursos teórico- conceptuales para poder pensar los nuevos modos de acercamiento al conocer, así como también los rasgos que van delineando la subjetividad de las infancias y adolescencias actuales.
[4] Al respecto, resulta oportuno recordar que a fines de los años 80 se estableció en EEUU una categoría nueva para calificar los trastornos producidos por el exceso de información denominada “maltrato infantil electrónico”. Transcurrieron ya dos décadas y “no podemos” correr el riesgo de adjudicar a la generalización del uso tecnológico ser productor de nuevas generaciones perturbadas. (Rojas, 2009)
[5] En un trabajo publicado en el Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, en agosto de 2000, se afirma que en una comunidad de Carolina del Norte, más de la mitad de los niños que recibían medicación no reunían los criterios diagnósticos básicos del ADD-H. Los autores concluyen que los padres les administran la medicación indicada en estos casos porque suponen que así mejorará el rendimiento escolar de sus hijos.
[6] ”El organismo reacciona así, aferrándose a automatismos psíquicos que sustituyen a la elección conciente”.(Berardi, 2007)
[7] Al respecto, pensemos también en las dificultades en la adquisición del lenguaje con las que nos encontramos cotidianamente. Niños que hablan con un estilo centro americano, como las traducciones de sus programas favoritos de TV, pero no pronuncian mamá o papá porque parecen haber quedado atrapados por las imágenes televisivas, casi hipnotizados frente a las pantallas y no pueden siquiera escuchar un cuento
[8] Dueñas, G. “¿Problemas ‘de los escolares’ o ‘problemas escolares’?”, en Actualidad Psicológica, año XXXVI, núm. 396, mayo, 2011.
Dra. Gabriela Dueñas
Doctora en Psicología. Licenciada en Educación. Psicopedagoga.
Profesora Titular de Psicología del Desarrollo I y II y de la Maestría en Dificultades de Aprendizaje de la USAL. Coordinadora del Área de Educación de la UCSE. Sede Académica Bs As. Docente de distintos programas y carreras de Posgrado de la Facultad de Psicología de la UBA, la Universidad Nacional de Rosario y de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, entre otras. Supervisora de tareas ligadas al ejercicio de la Clínica Psicopedagógica en instituciones escolares y centros de salud/salud mental. Coordinadora del Proyecto Laboratorios Sociales en Argentina dirigido por el Dr Miguel Benasayag. Integrante del equipo de capacitación del Instituto de Estudios Superiores de la Corte de Justicia de la Provincia de Bs As en temáticas ligadas a la Ley Nacional de Salud Mental, Infancias y Derechos. Ex miembro fundadora del Forum Infancias e integrante del Colectivo Federal por los Derechos de las Infancias. Autora y compiladora de diversas obras.
Fuente: Suplemento de Educación del Diario La Capital de Rosario- Marzo de 2015