Personal Shopper
Por Rubén Cusati
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Ficha técnica
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Sinopsis
- 2016: Festival de Cannes: Mejor director (ex aequo)
Trailer:
El cine de autor, Assayas (esposo de la Huppert) es su guionista y director, se presenta de nuevo en Cannes con suerte diversa: el filme fue abucheado en la función de prensa y luego reivindicado por el Jurado que le otorgó el premio a la mejor dirección, empatado con Cristian Mungiu.
Es otra de las películas arriesgadas no aptas para todo público. O se la ama o se la odia.
El hermano gemelo de Maureen ha muerto hace poco tiempo y ambos se habían prometido que el que partiera primero cuidaría del otro y le enviaría una “señal”. Es lo que espera en la vieja caserón deshabitado y aislado en la que Lewis tuvo el infarto. Un médico le diagnostica a Maureen un soplo cardíaco igual al que tenía su hermano. Con ése problema puede morir de inmediato o vivir 100 años. Todo ello le provoca a la joven una fragilidad mental que pareciera llevar la historia hacia una de fantasmas. Sin embargo el relato no cae hacia el género de terror. Su trabajo de asistente personal de una mujer VIP, comprando en las mejores marcas y casas de Europa, es una tarea que detesta y que sólo realiza para pagarse su estadía en París pero que desemboca en una situación policial. El relato tampoco cae en el policial ni en el mundo de la moda. Por último, en el final el enigma y el suspenso aparecen con unos mensajes telefónicos anónimos cuya resolución aclara de qué va la película y de la fragilidad mental de la protagonista.
Ese abarcar varios géneros sin caer completamente en ninguno es el que, estimamos, desencanta al espectador medio que prefiere las historias pre digeridas. Parece que es una película de fantasmas o de terror en donde una chica trata de hacer “contacto” con un espíritu pero no, parece que es un policial porque hay un crimen pero no, parece que es un drama psicológico de la elaboración de un duelo pero no. O sí, es todo eso a la vez. Assayas junta los diversos géneros y elabora algo diferente Esa fractura es la que se rechaza en la primera visión y la que provoca tanta división de opiniones una vez que se la analiza con mayor detenimiento. El filme se disfruta más cuando se lo piensa que cuando se lo ve, de allí quizás la mala recepción en Cannes y el premio posterior.
Existe dualidad en los universos principales, el mundo material y frívolo de la moda, choca con la espiritualidad, espiritismo casi, de la “señal” que se espera del hermano muerto.
El filme es demasiado intelectual para los que gustan del cine de terror y es detestado para los cinéfilos que no quieren saber nada de fantasmas y espiritismo. El relato siempre mantiene su tono realista y las irrupciones fantásticas son apenas una taza que se quiebra o las luces que se mueven, fenómenos que todos hemos experimentado alguna vez aunque no creamos en fantasmas cuando hemos estado sometidos a situaciones límites como por ejemplo luego de la muerte cercana de un ser querido. A veces es una forma de retener a ese ser que ha partido un tiempo más con nosotros: es el diálogo que entablamos con los muertos durante el duelo.
La talentosa actriz Kristen Stewart usa todos sus recursos expresivos y su congoja y debilidad se dejan habitar por espíritus y otras voluntades. Lo único que criticamos es su vestuario: una personal shopper cuida sus vestiduras por razones laborales y ella viste como al descuido. Sin embargo esto va de la mano a que ella no gusta de ese trabajo que realiza a regañadientes como algo totalmente pasajero.
Cuando comienzan los mensajes telefónicos anónimos el supuesto “fantasma” se apodera completamente de ella y dirige sus acciones instándola a romper las normas de su profesión y probarse los caros vestidos que ha adquirido para su jefa. Ese dominio en una mente débil que ejercen los mensajes la llevan a un extravío existencial y a un episodio de ardor sexual. Esa transgresión absolutamente superficial da lugar a una secuencia ‘transformadora’ que dialoga directamente con la metamorfosis de Maureen. Sólo su hermano podrá salvarla y habrá que esperar hasta el final para saber si logrará encontrarse con la señal esperada o consigo misma.
La diferencia que tiene con las pesadillas que filma David Lynch (que en Cannes presentó la continuación de la serie Twin Peaks como había anunciado 25 años atrás y que hoy es un éxito en Netflix) es que Assayas se abocó a un ejercicio estilístico y temático carente del humor del estadounidense de raros peinados y abundante cabellera.
Los pequeños detalles que agrega Assayas pueden parecer presuntuosos como cuando la protagonista descubre la obra de la espiritista Hilma af Klint, pionera del arte abstracto, que utilizaba sus cuadros para comunicarse con los muertos. En la película lo sobrenatural no es realmente el punto, sino más bien la manifestación de una ansiedad universal del ser humano ante el concepto de la muerte, una ansiedad que se intensifica cuando se está pasando por una etapa de duelo.
Todos los temas están presentes en la historia como subtramas: el duelo, las percepciones extrasensoriales, el vacío de la fama, un asesinato a resolver
La frase final del filme que Maureen se dice a sí misma (y prácticamente a la audiencia), lo dice todo y define el contenido que permanecía oculto en la bruma, todo se esclarece.
Ell relato se narra desde el punto de vista de Maureen (es omnipresente en Maureen). Cuando el espectador ve unas puertas que se abren sin la presencia humana, eso es lo que Maureen cree ver o lo que ella imagina pues nunca se ha cuestionado la presencia de su hermano.
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“¿Eres tú o soy yo?” Es ella, su imaginación, la que ve apariciones fantasmales en casa, ve vasos que vuelan y escucha ruidos donde no los hay. Siempre ha sido ella y en el último momento logra darse cuenta.
También repasando hacia atrás descubrimos quien es el de los mensajes y quien es el asesino, todas sub tramas del relato que tiene como único eje troncal la fragilidad mental de la protagonista que al final, pareciera, comienza a curarse y superar ese mundo sobrenatural en el cual se había refugiado.