Silencio
Por Rubén Cusati
Sinopsis
Dos jóvenes jesuitas portugueses viajan a Japón en el siglo XVII en busca de su maestro de quien se rumorea que ha renunciado a su fe. Allí viven el suplicio y la violencia con que se persiguen a los cristianos a los que torturan hasta apostatar o morir.
Premios
- 2016: Premios Oscar: Nominada a mejor fotografía
- 2016: National Board of Review (NBR): Top 10 del año y Mejor guión adaptado
- 2016: American Film Institute (AFI): Top 10 – Mejores películas del año
- 2016: Críticos de Los Angeles: Nominada a Mejor actor secundario (Issei Ogata)
Trailer
El gran Scorsese, seminarista de joven, acomete la empresa de tratar la apostasía, el abandono público de la religión por parte de unos sacerdotes cristianos, el primero había ido al Japón a evangelizar y los dos protagonistas del filme que habían sido sus discípulos a rescatar al primero. El tema es entonces la problemática de la fe como absurdo: escándalo de la razón y de la moral que fue uno de los dos grandes temas de un filósofo que vuelve una y otra vez a estar de moda: Soren Kierkegaard, el padre del existencialismo.
Kierkegaard sostiene la concepción del salto de fe que es cómo un individuo cree en Dios, o cómo una persona actúa en el amor. Se basa en el análisis del hecho cuando Abraham escucha una voz (interior) (dios) que le ordena asesinar a su hijo y él alza el hacha y está a punto de cumplirla cuando dios le detiene el brazo ya satisfecho de su fe. Para Kierkegaard la decisión de Abraham no es racional, es un escándalo a la razón, trasciende la racionalidad en favor de algo más extraordinario: la fe. Pensemos en la dificultad de Abraham en tener ese hijo, además. Él consideraba, que creer o tener fe en que Dios existe sin haber dudado nunca de tal existencia no sería una fe que mereciera la pena tener. No se requiere fe el creer que una mesa existe puesto que uno la puede ver y tocar.
Pero para tener fe en Dios se necesita saber que no hay un acceso perceptual ni de ningún otro tipo a él, y aun así tener fe. Y ese salto por encima de la razón lo llama “escándalo” que es lo imprescindible para una fe verdadera de un cristiano. Los protagonistas atraviesan entonces el dolor de la duda, el silencio de Dios ante el sufrimiento, la apostasía frente al martirio que casi todos los mortales religiosos también transitan alguna vez en su vida. Dios se limita sólo a observar.
Meterse en esas honduras, alejado de sus filmes más reconocidos, es arduo y demasiado desafío ante una industria como la de Hollywood que se sostiene como mero entretenimiento y por ello el, quizás, largo, reiterativo y monótono guión, ha impedido un éxito de taquilla. Se nota bastante que deviene de una novela de 1966 del japonés Shusaku Endo.
Una de las dificultades que muchos no hemos superado es el verosímil de todos los japoneses del siglo XVII hablando inglés lo que hace que los diálogos lentos y acartonados opacan a las interpretaciones acartonadas de los protagonistas. Y ello a pesar de que los Senadores del Imperio Romano, o los griegos de la guerra de Troya también lo hacían. Casi se puede opinar que la mejor actuación es la del déspota japonés por sus gestos y su sonrisa maquiavélica, el Inquisidor.
Dos jóvenes sacerdotes portugueses parten hacia Japón en busca de su maestro que se rumorea ha cometido apostasía obligado por las autoridades que defienden el budismo mediante las torturas más crueles, tanto físicas como psicológicas. Claro, los japoneses vislumbraban, no muy equivocados, que se trataba de la cabeza de puente para una futura conquista política. La apostasía consiste en pisar en público un ícono símbolo del cristianismo.
En ese sentido, estimamos que la complejidad del tema es la que hemos planteado con Kierkegaard al comienzo aunque aquí, cometerla implica de hecho abandonar la tarea evangelizadora que los cristianos han querido desarrollar como religión ecuménica, totalizadora y por qué no totalitaria, lo más interesante y nuevo de la película.“En este páramo no hay lugar para el cristianismo” dice el Inquisidor Inoue (impecable actuación del japonés Issey Ogata), el Japón impedía de esa forma ser colonizado por potencias europeas y persiguió a los cristianos con una furia inusitada, es la lucha ideológica encarnizada entre la tradición budista, sostenida por el orden Shogún, y la fe católica jesuítica, representada en la brutal historia del calvario de Jesús.
Por una parte, los jesuitas son cómplices de las matanzas cuando se mantienen firmes en su fe sin capitular por ser responsables ante Dios, (o ante la iglesia); mientras los japoneses alegan un bien mayor (político). Ambas partes dejan clara la locura de una discusión teológica alrededor de cual surge la miseria humana.
Silencio es en realidad una remake del filme de Masahiro Shinoda en 1971, menos concesivo hacia el cristianismo. De cualquier manera, el catolicismo no queda bien parado y los japoneses y su budismo tampoco.
También, al igual que en Kierkegaard en su tiempo, la historia es una forma de criticar la falta de valentía, coherencia y convicción de la anodina sociedad occidental contemporánea, de los malos cristianos y reivindica la relación entre el sujeto y su religión, vínculo que sufre reiteradamente los embates del contexto de la sociedad.
Desde lo técnico el guión es en nuestra opinión lo más flojo y lo mejor la fotografía. Las interpretaciones son difíciles de llevar con diálogos tan duros pero podemos decir que son medianamente aceptables. La narración en off a la que Scorsese es tan afecto, nos pareció innecesaria en muchos trámites del filme.
Lo que no narra la película, pero es sabido, es que los portugueses lograron instalar en territorio japonés la doctrina de la fe cristiana junto con el uso de las armas de fuego. La férrea proscripción de su práctica por parte del orden Shogún sería un ejemplo del aislacionismo casi total que el gobierno japonés pondría en marcha de allí en más durante varios siglos. Ese trasfondo histórico es el punto de partida de la novela.
Antes de dedicarse al cine Martin Scorsese quería ser cura, y algo de esa vocación religiosa lo siguió en alguna de sus películas, especialmente en “La última tentación de Cristo” y “Kundun”. Podríamos concluir que él es un buen cristiano pero le faltó ese salto de fe para continuar esa vocación a pesar de esa última imagen ambigua que cierra en la película respecto de cómo se alcanza la fe. De cómo alcanza la fe Martín Scorsese.
Es una buena película aunque densa, reflexiva y una de las más personales que ha filmado el director.
Ficha técnica | |
Título original | Silence |
Año | 2016 |
Duración | 159 min. |
País | Estados Unidos |
Director | Martin Scorsese |
Guión | Jay Cocks, Martin Scorsese (basado en la novela de Shusaku Endo) |
Música | Kim Allen Kluge, Kathryn Kluge |
Fotografía | Rodrigo Prieto |
Reparto | Andrew Garfield, Adam Driver, Liam Neeson, Ciarán Hinds, Issei Ogata, Tadanobu Asano, Shinya Tsukamoto, Ryo Kase, Sabu, Nana Komatsu, Yôsuke Kubozuka, Yoshi Oida, Ten Miyazawa |
Productora | Coproducción Estados Unidos-Italia-México-Japón |
Género | Drama | Siglo XVII. Religión. Japón feudal |