The Salesman

Por Rubén Cusati

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Ficha técnica
Título original: Forushande (The Salesman) Año: 2016 Duración: 125 min. País: Irán Director: Asghar Farhadi Guión: Asghar Farhadi Música: Sattar Oraki Fotografía: Hossein Jafarian Reparto: Shahab Hosseini, Taraneh Alidoosti, Babak Karimi, Mina Sadati Productora: Coproducción Irán-Francia; Arte France Cinéma / Farhadi Film Production / Memento Films Production Género: Drama psicológico – Violación
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Sinopsis
Emad y Rana deben abandonar su departamento pues el edificio está por derrumbarse. Se instalan de urgencia en otro que le consigue de urgencia un amigo. Un incidente que se relaciona con su anterior inquilina cambiará dramáticamente la vida de la pareja.
 Premios 
  • 2016: Premios Oscar: Mejor película de habla no inglesa
  • 2016: Globos de Oro: Nominada a Mejor película de habla no inglesa
  • 2016: Festival de Cannes: Mejor actor (Shahab Hosseini) y guión
  • 2016: National Board of Review (NBR): Mejor película de habla no inglesa
  • 2016: Critics Choice Awards: Nominada a Mejor película de habla no inglesa
  • 2016: Festival Internacional de Valladolid – Seminci: Sección oficial
  • 2016: Satellite Awards: Mejor película de habla no inglesa

Trailer:

La película obtuvo los premios al mejor guión y mejor actor en Cannes y el Oscar como mejor filme de habla no inglesa, creemos que con suficientes méritos, aunque también hubo motivos políticos en el Oscar en repudio a la medida de Trump. Asghar Farhadi ya había ganado la Palma de oro Cannes por La separación y no asistió a la entrega del Oscar por respeto a la gente de mi país y a aquellos de las otras seis naciones a quienes se les ha faltado el respeto por la inhumana ley que prohíbe la entrada de inmigrantes a Estados Unidos. La favorita era Toni Erdman de Alemania que ya comentaremos. El realizador iraní es uno de los pocos que, a pesar de su juventud, ha logrado dos Oscar.

Emad y Rana forman una pareja de clase media, él es docente secundario y ella, ama de casa, ambos comparten la misma pasión: son actores amateurs que ensayan para estrenar Muerte de un viajante, de Arthur Miller.

En el departamento que habitan aparecen grietas y daños estructurales que amenazan con un posible derrumbe y son obligados a mudarse con urgencia. El derrumbe reaviva los fantasmas de la guerra con Irak pero la verdadera razón es una retroexcavadora que trabaja en el edificio lindero producto de la fiebre en la construcción que hace colapsar a los viejos edificios –parecido a nuestro barrio de Caballito-. En una entrevista Farhadi declara: Teherán es todo grietas y  ruinas, ¿qué le están haciendo a esta ciudad? Ojalá pudiéramos destruirla entera y empezar de nuevo. Esas grietas y ruinas se expanden luego a la pareja que al principio parece muy normal, moderna y feliz pero le propina un golpazo y cada uno empieza a ver el otro lado de ellos mismos que no sabían que existía. Y el comportamiento de ambos protagonistas cambiará radicalmente.

Un amigo, actor también él, le consigue otro departamento transitorio que ha sido habitado por una inquilina anterior de por lo menos dudosa reputación y allí, en un descuido, Rana es agredida por un desconocido mientras se está duchando. Ella queda con golpes en la cara y en la cabeza que no dejarán secuelas en su físico pero a diferencia del patológico personaje que Isabelle Huppert interpreta en Elle (una mujer abusada que se comporta como si nada hubiera ocurrido), Rana sí demuestra tener secuelas de estrés postraumático tras el ataque. El cine del iraní es realista o mejor; neorrealista.

Las secuelas no serán sólo de ella, serán las fisuras internas de la pareja y el riesgo de derrumbe ya no será edilicio sino afectivo. La agresión tiene que ver con la anterior inquilina (ningún vecino se anima a decir que era prostituta demostrando prejuicios religiosos y también falta de interés y solidaridad pues no acudieron en ayuda de Rana) y el relato, a partir de aquí, tendrá como motor la obsesión por la venganza de Emad  que comienza una pesquisa para atrapar al agresor.

Es interesante ver como Emad, que ha sido presentado como una persona simpática con sus alumnos y muy solidaria en el peligro de derrumbe, cuando se le mueve el piso por el incidente se transforma en una máquina egoísta que deja de lado sus supuestas ideas “progre”. Esta consideración es universal y la vivimos permanentemente en las acciones de los que nos rodean y en  nuestras propias conductas, desgraciadamente.

El hecho fortuito desmorona el equilibrio emocional y la vida de Emad y lo embarca en una cruzada en la que prima el temor a la humillación pública. Rana se niega a hacer la denuncia ante las autoridades y tampoco se aclara hasta donde fue agredida por lo que aumentan las sospechas de Emad: para él puede haber sucedido “lo peor”, o sea más de lo que ella cuenta. Esa negativa puede entenderse porque Rana desconfía de la Justicia o teme  que se ensañen con ella dañando su reputación. Otra posibilidad es que no quiera pasar por la re-victimización que sufren las mujeres violadas al hacer la denuncia y, tal vez, necesita calmar las consecuencias del hecho.

Otro elemento sutil es el paralelo entre la representación teatral y la vida que relaciona Muerte de un viajante de Arthur Miller con la crisis de la pareja: la vida es puro teatro y viceversa. Más allá que puede suponerse un homenaje pues en el momento de filmar la película Miller cumpliría 100 años, la obra teatral gira en torno a la figura de un hombre que se ve humillado debido a sus problemas laborales y económicos, y los personajes se mueven por orgullo herido  cuando ven inalcanzable el sueño de la clase media que le había sido prometido (el american way of life), al igual que  el orgullo herido de la pareja iraní (principalmente de Emad) que también ve perder su sueño de normalidad y libertad. En una representación de la obra Emad agrede al actor que le había conseguido el departamento con diálogos que Miller no escribió.

A partir del incidente y de cómo evoluciona la relación de pareja conocemos la vida en Irán con una mirada impiadosa: el patriarcado, el orgullo machista vulnerado, la precariedad, los prejuicios y la violencia contra la mujer, la fragilidad de la justicia y los códigos de honor de una cultura donde, aunque la víctima es una mujer, es el hombre el que busca compensar su propia herida narcisista. Nace la vergüenza, se busca la humillación compensatoria y aparece la necesidad de control y el peso de una cultura y de la religión. Así Emad apela entonces a la justicia por mano propia y sus consecuencias que son comunes a todas las sociedades: la desconfianza en las instituciones, la incomunicación, la indefensión de la mujer, el temor a la mirada ajena. Todas estas condiciones son el caldo de cultivo para el surgimiento de actitudes fundamentalistas. la intolerancia internalizada del esquema religioso en que viven Emad y Rana demoniza a la víctima y hasta la deja en la más absoluta soledad cuando más necesita de comprensión.

La película no tiene ni busca grandeza visual porque la historia no la necesita. Los actores, ambos, cumplen un trabajo excepcional apoyados en un guión de una solidez admirable.

Aunque el conflicto principal es claro y contundente y el móvil es la venganza que busca Emad y el suspenso se basa en quien fue el agresor, el filme
deja espacios de opacidad en torno a los cuales quedan una serie de cabos sueltos, incompletos, tal como enseñaba el maestro y primer director iraní famoso, Abbas Kiarostami (El sabor de las cerezas, Detrás de los olivos, etc.).

La obra de Asghar Farhadi empieza cuando apenas termina la proyección y es tarea de los espectadores reacomodar las piezas e intentar armar el rompecabezas charlando en una mesa de algún café.

 

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