Toc Toc

Toc Toc, ¿Quién es?

La sala de espera de un siquiatra que ¿cura? Trastornos Obsesivos Compulsivos que padecemos la mayoría de los seres humanos. Mientras la ciencia asegura que más de la mitad de la humanidad los posee, a poco de andar la obra nos percatamos que, en mayor o menor medida, esos toques de “locura” nos afectan a todos.

La comedia del humorista (y otras virtudes) francés Laurent Baffie con la puesta impecable de la directora de teatro (y otras virtudes) Lía Jelín tiene cifras que la han convertido en el éxito más rotundo del siglo XXI. Dos elencos durante varios años, uno en la Ciudad de Buenos Aires y otro en gira por más de cien ciudades de la Argentina, rozando los 2 millones de espectadores, alrededor de 30 magníficos actores que se han ido rotando a lo largo de los años, demuestran que no existe ninguna otra obra teatral que pueda discutirle el éxito.

Hemos visto la obra en varias ocasiones interpretada por elencos distintos y actores y actrices disímiles y la directora, además de aggiornar los textos de acuerdo a los tiempos que corran y a las características de los actores de que dispone, les deja que su creatividad particular aflore enriqueciendo cada personaje.

Esta vez la crítica se basa en el elenco que partirá de gira en el 2017.

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Toc Toc debuta el 4 de enero en la ciudad de Villa Carlos Paz en la provincia de Córdoba en el “Teatro del lago” y posteriormente Lunes y Martes en el mismo teatro y de jueves a domingo en Córdoba Capital en “Ciudad de las Artes”. Es el 4to año de gira con el siguiente elenco: Ernesto Claudio, Martín Salazar, Diego Freigedo, Sabrina Carballo,  Verónica Piaggio, Lara Ruiz y Gabriela Licht.

Los comentarios de todos los críticos en los periódicos y revistas especializadas, los premios recibidos y, esencialmente, las cifras que hemos citado, nos sugieren que nos realicemos la primera pregunta y la primera reflexión:

¿Lo enormemente popular está reñido con lo artístico?

De ninguna manera y nuestra respuesta es contundente. Shakespeare, quizás el más grande autor de cualquier época, hacía teatro popular. Lope de Vega, el Fénix de los Ingenios, para paliar sus penurias económicas ocasionadas por una vida un tanto disipada y muchos amores e hijos a pesar de su sacerdocio católico, se jactaba de poder escribir una comedia en “horas veinticuatro”. Se cuenta que el empresario a quien Lope le llevaba sus escritos disponía de una “médium”, una enana, que le sopesaba los pliegos y le daba el visto bueno para que le abonara a Lope un adelanto por la recaudación futura de la obra. Si el peso del manuscrito era muy liviano, el empresario rechazaba la obra y Lope se debía encerrar para escribir otra comedia en “horas veinticuatro” acuciado por las deudas. Shakespeare y Lope entretienen, señores.

La empatía que provocan los personajes de TOC TOC, uno de los factores del éxito de la obra, es innegable y resulta imposible que uno no se sienta identificado por alguno de ellos.  Y a veces, por más de uno.

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En ese bordear los umbrales de la locura, tanto el texto como la puesta derivan al espectáculo al aspecto más saludable del humor, de una cierta ternura y de la constante presencia de los otros que crece a medida que la obra avanza hasta convertirse en el verdadero contenido dramático de la obra y una ¿posible? cura. En todo están los demás, los otros, que son los verdaderos agentes de la transferencia para que el mundo sea más “saludable”.

La segunda reflexión tiene que ver con los elencos y las actuaciones.

En este sentido la gran virtud de Lía Jelín ha permitido no sólo el lucimiento parejo de cada elenco sino también que cada actuación le haya aportado su TOC propio: variedad dentro de la unidad que la directora preserva.

Ser un buen actor o actriz es extremadamente complejo y su formación abarca todas las mejores características de una persona. Debe ser un voraz lector de las disciplinas más variadas, estudiar canto, cultivar la voz, el baile, etc., y por supuesto y para colmo tener el fuego sagrado y vida anterior de un Marlon Brando por ejemplo o un Klaus Kinski o los grandes comediantes italianos de la década del 70: el cuerpo y la sangre de un actor. En esta crítica sólo haremos hincapié en lo físico.

Un jugador de fútbol de alto rendimiento además de su habilidad para ese deporte debe ser un atleta. Así, deberá ser capaz de correr los 100 m en casi 10 segundos o levantar pesos cercanos a los olímpicos. Algo parecido sucede con los actores. Basta ver a un Pepe Soriano saltar y bailar a sus 80 años cumplidos por cualquier escenario para comprender su cuidado del cuerpo.

En la obra que nos ocupa, todos los actores cumplen con esas habilidades seguramente enfatizadas por la dirección de Lía Jelín, excelente bailarina y coreógrafa. Toda la puesta tiene una coreografía exquisita y el conjunto se mueve como un ballet. Nos detendremos sólo en la actuación de Ernesto Claudio en el papel de Alfredo pues todos los elogios se decuplican cuando la destreza física se debe repartir en nada menos que sus casi 2 metros de altura y su aparato gestual, ya internalizado, que va desde la mano que pasa por encima de su cabeza hasta el movimiento del pie que repiquetea cuando le da la crisis del TOC. Los otros personajes actuados en un nivel parejo también tienen a su momento un clímax, sea verbal o físico para una eclosión delirante.

La obra, como queda escrito, nos hace divertir de cabo a rabo durante más de dos horas, para reírnos de nosotros mismos -si somos inteligentes- y para hacernos reflexionar entre lo íntimo y lo público con la presencia de los OTROS (lo social) y dejar de lado el fatigado VOS (lo estrictamente individual) que nos enajena. La obra cuestiona a los individuos y a la sociedad en su acción, en su relación con la existencia humana y la sala se abandona con una sonrisa esperanzadora.

Remedando al gran poeta cubano Nicolás Guillén:

-TOC TOC, ¿quién es?-

-La obra de teatro-

-ABRE LA MURALLA-

Por Rubén Cusati

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