Un dos de Abril

-¡Recuperamos Las Malvinas!- sentenció la directora del establecimiento.

-Sí, hoy por la mañana- confirmó.

Los ojos llenos de lágrimas denotaban su emoción o eran, quizás, resabios de los efectos en su salud de la nube tóxica que cubrió la ciudad un par de días antes.

Hasta ayer, el dos de abril, fue una fecha tan recordada y olvidada para mí como para la mayoría de los argentinos.

Hoy, tiene otro sentido. Desde, aquella tarde, cuando el doctor, diagnosticó – Autismo

Sin palabras nos fuimos. Por varios días deambulábamos, llorábamos, compartíamos la sensación de sucesivas muertes para cada uno de los yo madre/padre, una detrás de otras, reiteradas muertes súbitas..

Despertábamos cargando nuestros cuerpos hasta la próxima cita con doctores, especialistas  que confirmaban y reconfirmaban el diagnóstico. Nuestra cotidianeidad se llenó de nuevas palabras, siglas en realidad, que no podíamos entender: TGD, TEA, CARS, ADOS, etc., de distintos terapeutas, de responder cuestionarios con la mirada fija en el papel con la mente en blanco, de llenar formularios y obtener certificados.

Mientras tanto interrogábamos a Dios,-¿Por qué a mí, a nosotros? ¿Por qué a él? ¿Por qué a nuestro niño? Al instante, bajábamos de nuestra creída inmortalidad, y nos respondíamos preguntándonos – ¿Por qué no a mí, a nosotros? ¿Por qué no a él? ¿Por qué no a nuestro niño?

Hoy, dos de Abril, con aquellas madres/padres, me hermana el dolor de tener que enterrar el proyecto de un hijo. Me deshermana que a esas madres/padres como aquellas otras Madres con hijos colmados de sueños en un mundo mejor, ni el polvo de sus huesos recibieron. En tanto, nosotros madre/padre agradecidos, vivimos la alegría del nacimiento de un mismo nuevo hijo cada día.

Eduardo Tignanelli

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